Oración trigésimo tercer día de Cuaresma

Hoy es 26 de marzo, quinto Domingo de Cuaresma, llamado también «Domingo de Pasión».
Es un día importante en el ámbito de las Hermandades y Cofradías.
Este domingo leemos la historia de Lázaro que nos dice que hay una resurrección del cuerpo y hay una resurrección del corazón; si la resurrección del cuerpo va a tener lugar «en el último día», la del corazón tiene lugar o puede tenerla cada día, hoy mismo.

EVANGELIO DEL DÍA: Jn 11,3-7.17.20-27.33b-45

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo».
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea».
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día».
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?».
Le contestaron: «Señor, ven a verlo».
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!».
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?».
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa».
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días».
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?».
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera».
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar».
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!

TEXTO:

Hoy hay muchas voces de «una cultura dominante que aliena y manipula» y ha planteado si seremos capaces de escuchar la voz de quien cambia la vida, de quien «nos dice que Dios nos ama, que Dios no nos ha abandonado», que «somos hombres y mujeres para dar vida». Hacer que germinen sueños.

Madrid cierra la fase diocesana del Sínodo con el deseo de seguir caminando juntos. Alfa y Omega, 8 mayo 2022.

REFLEXIÓN PERSONAL:

¿Creemos esto? Si lo hiciéramos de verdad viviríamos con esperanza y confianza.
¿No es cierto que en ocasiones podemos sentirnos sepultados, encerrados en nuestra tumba, sin ninguna esperanza de salir de ella? Nuestro sepulcro puede ser la rutina, la mediocridad, la renuncia a cambiar, a convertirse, la muerte a los sueños e ideales; la depresión, el odio, el mismo pecado.
¿Sabes?, el Señor quiere resucitarnos. Basta que creamos y escuchemos las tres órdenes: Quitad la losa; Ven afuera; Desatadlo y dejadlo andar. Todo un programa de vida.

CANCIÓN: Vida en abundancia (Coro Pascua Joven San Isidro)

ORACIÓN FINAL:

Hacer que germinen sueños,
suscitar profecías y visiones,
hacer florecer esperanzas,
estimular la confianza,
vendar heridas,
entretejer relaciones,
resucitar una aurora de esperanza,
aprender unos de otros,
y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos.
¡Acompáñanos Señor en esta misión!

Amén.

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