Oración trigésimo segundo día de Cuaresma

Hoy es sábado 25 de marzo. Hoy celebramos la Solemnidad de la Anunciación del Señor. María hace de la voluntad del Padre el principio inspirador de toda su vida, incluso en los momentos más difíciles, que alcanzaron su punto culminante en el Monte Calvario. Sin ella, una mujer sencilla, la historia de salvación no hubiera sido posible.

EVANGELIO DEL DÍA: Lc 1,26-38

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y la dejó el ángel.

¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!

TEXTO:

Las mujeres piden a la Iglesia que esté de su lado en todos los ámbitos de su vida. Ante las dinámicas sociales de empobrecimiento, violencia y humillación a las que se enfrentan en todo el mundo, las mujeres piden una Iglesia a su lado, más comprensiva y solidaria en la lucha contra estas fuerzas de destrucción y exclusión. Quienes han intervenido en los procesos sinodales desean que la Iglesia y la sociedad sean un lugar decrecimiento, participación activa y sana pertenencia para las mujeres.

Documento de trabajo para la etapa continental. Nº 62.

REFLEXIÓN PERSONAL:

La humilde esclava del Señor desde su sencillez, desde su abandono a la acción de Dios, pone todo su ser de mujer y de futura madre a disposición de la Palabra de Dios: La palabra que le ha sido dicha y la Palabra que ha de habitarla y hacerse carne en su seno. Desde ahí toma sentido la respuesta: «Hágase en mí según tu Palabra». Ya no hay más preguntas; ya no hay condiciones. Del «cómo podrá hacerse eso si yo no…». María ha pasado al «Hágase en mí». De si… condicional, María pasa al Sí incondicional, obediencial. María silencia su palabra y se deja invadir por la Palabra de Dios que resuena en su espíritu, en su vida; Ella la guarda en su Corazón inmaculado y la acoge en su seno. María es el comienzo de la tierra hermosa, renovada por Dios, llena de su Espíritu, llena de su Gracia, la que nos enseña el camino que tenemos que recorrer, cada día creer con mayor profundidad y amor en su propio Hijo, la Palabra hecha carne, Jesús, y obedecerle, cumplir las cosas que Dios nos dice y nos pide.

CANCIÓN: Hágase (Salomé Arricibita)

ORACIÓN FINAL:

Ave María, Madre de Jesús, Madre de la Iglesia, Madre nuestra,
Virgen del Hágase en mí, Virgen del Sí…,
Enséñanos: a poner nuestra voluntad a disposición de su Palabra; a guardar esa Palabra en nuestro corazón como tú la guardaste; a hacerla vida de nuestra vida; y a darla a luz con nuestras obras y con nuestro testimonio de Hijos tuyos.

Amén.

Entrada anterior
Oración trigésimo primer día de Cuaresma
Entrada siguiente
Oración trigésimo tercer día de Cuaresma