Oración de Sábado Santo 2024

Hoy es 30 de marzo de 2024, Sábado Santo.

Por ser el último sábado de marzo, hoy se celebra a nivel internacional la Hora del Planeta: esta campaña nos invita a apagar todas las luces durante una hora para concienciarnos sobre el cambio climático y sus devastadores efectos.

Podría decirse que los seguidores de Jesús experimentaron también una hora de apagón cuando presenciaron su Pasión y Muerte; para la mayoría de ellos, débiles en la fe y poseídos por el miedo, todo había terminado. Pero no fue así para todos.

Ahora intento apartarme del ruido, hago un hueco para Él y dedico estos minutos a explorar ese silencio, esa oscuridad.

Señor, ¿a quién iremos?

Los discípulos y seguidores de Jesús sintieron que se habían disuelto todas sus esperanzas, sus pretensiones de victoria. Porque ansiaban una victoria mucho más pequeña que la que Dios tenía planeado ofrecerles. Se dispersan; ¿adónde van? ¿con quién irán?

En medio de esta desolación, la Iglesia vive hoy la ausencia, la retirada de Dios, como explicaba el Papa Emérito Benedicto XVI:

«El Sábado Santo es el día del ocultamiento de Dios, como se lee en una antigua homilía [cuyo autor se desconoce]: «¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad, porque el Rey duerme (…). Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción a los infiernos» (Homilía sobre el Sábado Santo: PG 43, 439)»

Y si Tú te ocultas, Señor, ¿a quién iremos?

Cristo se abaja hasta lo más bajo: hasta la muerte, hasta los infiernos, para conocer en sí mismo todo lo que el ser humano puede sufrir; un Cristo que, sin haber caído en tentación, carga inocente con nuestras culpas, las arrastra hasta el Calvario y las sepulta consigo por nuestra salvación.

Un Cristo que hoy no está. Que nos deja como Iglesia en silencio y en soledad; perdida, extrañada, desesperanzada, culpable y aun así poseedora del regalo de la Salvación.

Sin ti, Señor, ¿a quién iremos?

Canción: Señor, ¿a quién iremos? (Cristóbal Fones, v. Canto Católico)

Unión a Jesús: Oración y Esperanza

Algunos dieron un paso al frente, como Nicodemo y José de Arimatea.  Hombres débiles, como tú y yo somos débiles, que se atreven a pedir a Pilatos que les permita bajar de la cruz el cuerpo sin vida de Jesús para hacerse cargo de él, llevarlo al sepulcro y darle amorosa sepultura.

Con ellos estaba María, Madre de la esperanza paciente, que a pesar de tener el corazón desgarrado mantuvo encendida su fe. Una Madre que Jesús nos regala en el discípulo amado. Una Madre que está unida a su Hijo, cuyo silencio es oración, conexión con Dios mismo, cuya vida está en oración permanente, en unión permanente.

Contemplemos a Jesús en silencio, y escuchémosle en la oración.

Canción: Madre del silencio (Luis Hernán Muñoz. Canto Católico)

Enseñanzas de San Vicente de Paúl

“Un sacerdote debería morirse de vergüenza antes que pretender la fama en el servicio que hace a Dios y por morir en su lecho, viendo a Jesucristo recompensado por sus trabajos con el oprobio y el patíbulo. Acuérdese, padre, de que vivimos en Jesucristo por la muerte en Jesucristo, y que hemos de morir en Jesucristo por la vida de Jesucristo, y que nuestra vida tiene que estar oculta en Jesucristo y llena de Jesucristo, y que, para morir como Jesucristo, hay que vivir como Jesucristo. Pues bien, puestos estos fundamentos, démonos al menosprecio, a la vergüenza, a la ignominia y desaprobemos los honores que recibimos, la buena reputación y los aplausos que se nos dan y no hagamos nada que no sea para este fin.”

SVP I, 320 – Carta del 01/05/1635 en París para Antonio Portail CM

Para la reflexión personal

No puedo vivir coleccionando miedos, desesperanza, dolor. Debo acoger la conversión definitiva, volcarme sencillamente a la misión que Dios me revela en la oración.

No puedo vivir escapándome, sino saliendo al paso del prójimo y de su dolor. Ofreciéndole el consuelo en lo espiritual y en lo físico; acompañando con amor a quien sufre, viajando hasta su infierno para mostrarle que la salvación es posible, porque el amor todo lo puede con el sudor de mi frente.

Canción: Jesús Salva (Marcos Witt y Un Corazón)

Oración final

Santa María, Virgen de la Soledad, ayúdanos a comprender y a hacer en nuestra vida un reflejo de la vida y la muerte de Cristo, que muere para hacernos el mayor regalo posible: la entrega de la propia vida y de la salvación eterna.

Que el Espíritu nos infunda fe en el Señor que, lejos de abandonarnos, muere y se ofrece para que nos encontremos con Él en la oración y para que podamos contemplar la plenitud de su Salvación hoy y al final de todos los tiempos.

Amén.

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