Hoy es 23 marzo 2020, lunes IV semana de Cuaresma.Hoy el Evangelio nos invita a la confianza total en la Palabra dada por Jesús. Esta confianza nos pondrá en camino hacia la conversión, hacia la Pascua.
EVANGELIO DEL DIA: Juan 4, 43-54
“Pasados los dos días, partió de Samaria para Galilea. Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir.
Entonces Jesús le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creéis.
Le dice el funcionario: Señor, baja antes que se muera mi hijo.
Jesús le dice: Vete, que tu hijo vive.
Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. Él les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre. El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: “Tu hijo vive”, y creyó él y toda su familia.
Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea”.
¡Palabra del Señor!: ¡Gloria a Tí, Señor Jesús!.
TEXTO VICENCIANO: (Sta. Luisa de Marillac C.241)
“Su virtud y caridad infunden confianza a los más pequeños para exponerle sus necesidades; no dejen ustedes de hacerlo también, con toda verdad, con las de los pobres”.
REFLEXIÓN PERSONAL:Una de las oraciones más comunes y entrañables de la Iglesia Universal es la oración de intercesión. Quien intercede por el bien de otros muestra un corazón generoso y confiado en que aquello que pide lo obtendrá. La oración de intercesión requiere esperanza en las promesas de Dios. Creer en su potencia, bondad y amor es lo que nos hace poder recibir de Él los bienes que pedimos. Nos pide que realicemos nuestra petición desde lo más profundo de nuestro corazón, con sinceridad y, como parte de la Iglesia Universal, la oración de intercesión es un acto de solidaridad.
Jesús percibe esta bondad y esta confianza en el corazón del funcionario real, y la fe de este hombre es capaz de sanar al hijo enfermo. Se solidariza con su dolor y, desde la oración sincera y confiada, lo salva.
Santa Luisa exhorta a las hermanas a tener estas actitudes de escucha, cercanía, confianza y solidaridad con los pobres. La oración confiada nos sana y nos salva, nos convierte en agentes de solidaridad y bondad.
ORACIÓN FINAL:
Dios Padre Misericordioso, aumenta en nosotros la confianza y la fe para que nuestra oración se convierta en red de solidaridad y bondad hacia la humanidad herida por el dolor y el sufrimiento.
Acoge en tu seno los fallecidos por la epidemia, conforta a sus familias y sostén y protege a todo el personal que combate esta situación.
Amén.