Oración decimonoveno día de Cuaresma 2024

Hoy es domingo 3 de marzo, decimonoveno día de Cuaresma.

A Jesús se le enciende la ira al llegar al Templo mostrando una actitud poco conocida en Él. Adéntrate en el Evangelio, sitúate en la explanada del Templo y vive la escena.

Evangelio del día: Jn 2,13-25

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado». Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará.

Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «¿Qué señal nos muestras para obrar así?». Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré». Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero Él hablaba del Santuario de su cuerpo. Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.

Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues Él conocía lo que hay en el hombre.

¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!

Enseñanzas de San Vicente de Paúl

El celo es la quinta máxima, que consiste en un puro deseo de hacerse agradable a Dios y útil al prójimo. Celo de extender el reino de Dios, celo de procurar la salvación del prójimo. ¿Hay en el mundo algo más perfecto? Si el amor de Dios es fuego, el celo es la llama; si el amor es un sol, el celo es su rayo. El celo es lo más puro que hay en el amor de Dios.

SVP XI, 590

Para la reflexión personal

Jesús, una vez más, rompe las coordenadas de lo previsible. Llega al templo y el celo que tiene por la casa de su padre nos muestra un Jesús que desconcierta a sus contemporáneos y aún hoy a nosotros. Dice San Vicente que el celo es hacerse agradable a Dios y, para ello, no es necesario comprar el favor de Dios con sacrificios u ofrendas,  solo es necesario adentrarnos en Jesús, en su Buena Nueva, en su proyecto de vida. Y este es un proyecto para todos donde no se excluye a nadie. Jesús mismo se nos hace templo y en Él todos tenemos cabida, especialmente los más empobrecidos, los que hemos llevado a los márgenes de la vida, los que nadie quiere ver. Que en nuestra vida diaria se nos encienda el celo para ser útiles a los que parece que no caben en ningún lado, a los preferidos de Dios.  

Canción: Enciéndeme (Hakuna)

Oración final

Para concluir nuestra oración hacemos  nuestras las palabras de Luis Espinal, sacerdote jesuita asesinado en Bolivia por su defensa de los más empobrecidos.

Señor, tenemos la costumbre de acostumbrarnos a todo;
aún lo más hiriente se nos oxida.
Quisiéramos ver siempre las cosas por primera vez;
quisiéramos una sensibilidad no cauterizada,
para maravillarnos y sublevarnos.
Haznos superar la enfermedad del tradicionalismo, es decir,
la manía de embutir lo nuevo en paradigmas viejos.
Líbranos del miedo a lo desconocido.
El mundo no puede ir adelante, a pesar de tus hijos,
si no gracias a ellos. Empujemos.
Jesucristo, danos una espiritualidad de iniciativa,
de riesgo, que necesite revisión y neologismos.
Enséñanos que tú siempre has roto las coordenadas de lo previsible.
Y, sobre todo, que no nos acostumbremos
a ver injusticias, sin que se nos encienda la ira y la actuación.

Amén.

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