Hoy es 9 de abril, sábado de Pasión. El momento está cerca y así lo anuncia el Evangelio de hoy: el Sanedrín decide condenar a muerte a Jesús. «Hace muchos signos», dicen. Él fue perseguido por sus palabras y obras; nosotros, como sus seguidores, sabemos que eso también puede pasarnos. Recemos para que sepamos mantenernos firmes en nuestro testimonio diario, al igual que Él lo hizo.
EVANGELIO DEL DÍA: Jn 11,45-57
«En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
“¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación”.
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
“Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera”.
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:
“¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?”.
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo».
¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
TEXTO VICENCIANO:
«La espiritualidad de los misevi se basa en los siguientes principios: Una espiritualidad de “encarnación” y de “inserción”. No puede darse el compromiso sin estar encarnado en el mundo de las personas en situación de vulnerabilidad; no puede darse el servicio, la solidaridad, la apuesta por el mundo de los más vulnerables, si no se da el “abajamiento”, la cercanía, el ser y estar con los más vulnerables.
Nuestro ser laico vicenciano nos impulsa a insertarnos en las estructuras sociales que procuran la justicia social, denuncian las injusticias y crean redes de inclusión y cambio sistémico. De lo contrario, el compromiso se convertirá en burocracia o en demagogia. “Para salvarnos, Dios se acercó a nosotros, vino a vivir con nosotros y entre nosotros; se despojó de sí mismo, tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como un hombre…” (Fil 2,6-7).
Nuestra caridad debe acercarnos a ellos de todas las maneras posibles, pero especialmente en la convivencia, situándonos entre ellos para poder analizar las situaciones con realismo, compartir sus problemas y buscar juntos soluciones, recibir su amistad y también la amistad especial del Señor con los que sirven a sus pobres».
Vida en Misión. Art.5, párrafo 1.
REFLEXIÓN PERSONAL:
Jesús ha sido sentenciado. No hay vuelta atrás. Su vida pública fue una continua denuncia de las injusticias del sistema y como estas afectaba a los más indefensos. Entregó su vida para construir el Reino, y ese es su legado. Como misevis, somos llamados a hacer lo mismo: vivir en sociedad como laicos y defender en diferentes foros el mensaje de cambio que Jesús nos reveló. Con su testimonio, Jesús también nos avisa de que puede no ser fácil, puede ser incómodo y agotador. Esto no puede hundirnos. En su Palabra y en comunidad, encontramos esperanza y fuerza para continuar.
CANCIÓN: Dos palabras (Ruah)
ORACIÓN FINAL:
Señor, ayúdame a soportar los rechazos por seguirte. Que pueda devolver la calma, sin devolver mal por mal. Seguirte no es sencillo, Tú me lo has advertido: seré odiado a causa de tu Nombre; pero sé que si persevero alcanzaré los premios del Cielo. Ayúdame a entender que la muerte y la barbarie no tienen la última palabra, sintiéndome confiado en tus brazos de Padre.
Amén.