Oración trigésimo tercer día de Cuaresma

Hoy es 3 de abril, trigésimo tercer día de la Cuaresma. Avanzamos en este camino y hoy tenemos la oportunidad, silenciándonos, de asistir a un relato muy bello donde tu Misericordia, Señor, es desconcertante. Nos propones otro camino, otra manera de comprender el mundo donde la Paz, el perdón, el no condenar, la luz, el amor sean los protagonistas. Me tranquilizo, te respiro, Señor, en ese Amor.

EVANGELIO DEL DÍA: Jn 8,1-11

«En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
“Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?”.
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
“El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”.
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó:
“Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?”. Ella contestó:
“Ninguno, Señor”.
Jesús dijo:
“Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”»
.

¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!

TEXTO VICENCIANO:

«Una espiritualidad del “samaritano” que nos conduce a renacer a la solidaridad ante la marginación, la injusticia, el abandono, la miseria, la exclusión social… Nos lleva a comprometernos solidariamente más allá de sentimientos mediáticos y nos motiva a crear en la sociedad mayor conciencia inclusiva con las personas que quedan más allá de los márgenes y las fronteras establecidas por la propia sociedad. Esta dimensión “samaritana” está en comunión con el Principio-Misericordia, donde la máxima vicenciana propone pasar del amor afectivo al amor efectivo entre hermanos».

Vida en Misión. Art.5, Párr.2.

REFLEXIÓN PERSONAL:

Entender el llamado de Dios, la Vocación Cristiana, el envío a la Misión del Padre que Jesús vivió, pasa necesariamente por asumir en mi Vida el Principio-Misericordia que marca la «Espiritualidad del Samaritano», aquella que también salvó y transformó radicalmente la Vida de aquella mujer en el Templo. La Entrega del Corazón, el poner Amor en todo lo que se vive, vence finalmente nuestras cerrazones, dogmatismos, fundamentalismos (sean religiosos, políticos, ideológicos, sociales…) y nos abre a la inevitable verdad de que nadie puede «tirar la primera piedra», porque todos necesitamos la Misericordia de Dios y de los Hermanos, y todos estamos capacitados y llamados a ofrecerla. Ya lo decía Dios Padre-Madre Bueno al Pueblo de Israel: «Misericordia quiero, y no sacrificios», Amor Unificador y Reconciliador, y no ritos y leyes vacías de búsqueda del bien para los demás.

CANCIÓN: Ten compasión (Ruah)

ORACIÓN FINAL (Adaptación salmo 50):

Ayúdame, Dios mío, por tu bondad.
Perdóname por lo que he hecho mal, tú sabes cómo soy.
Yo sé que no miras lo que está mal, sino lo bueno que es posible.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me das sabiduría.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me dejes vagar lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Enséñame a vivir la alegría profunda de tu salvación,
Hazme vibrar con espíritu generoso:
entonces mi vida anunciará tu grandeza,
enseñaré tus caminos a quienes están lejos,
los pecadores volverán a ti.
Hazme crecer, Dios,
Dios, Salvador mío,
y mi lengua cantará tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Amén.

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