Hoy es 14 de marzo. Jesús nos da hoy una consigna muy clara «Sean misericordiosos». Hagamos un ejercicio muy necesario en esta Cuaresma: ayuno de palabras y juicios temerarios que juzgan y condenan a nuestros prójimos.
EVANGELIO DEL DÍA: Lc 6,36-38
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros”».
¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
TEXTO VICENCIANO:
«Cristo cumple su misión en fidelidad al Padre. La característica fundamental de la misión de Jesús, es su obediencia absoluta e incondicional al Padre. En su fidelidad incomparable con aquellos que han sido enviados a todos para llevar a cabo su plan salvífico, Jesús sigue siendo “obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil 2,8), una expresión de amor y fidelidad ejemplar».
Discípulos en Misión. Art. 3.1.
REFLEXIÓN PERSONAL:
Jesús tiene la intención de mover nuestros corazones en una sola dirección: el amor a nuestros enemigos. «¡Qué fácil es amar a los que nos aman!», dirá en otra ocasión. Sin embargo, lo más difícil del amor cristiano es vivirlo con los que no nos corresponderán, con los que nos insultan o persiguen, con los que hablan mal de nosotros a nuestras espaldas, con los que luchan por arrebatarnos nuestro puesto de trabajo: nuestros enemigos. La consigna que nos envía Jesucristo es muy clara: «Sed misericordiosos». Un corazón que no perdona no es un corazón cristiano, sino que es un corazón que no agrada ni da gloria a Dios. Por eso Cristo dirá en otra ocasión que, si cuando nos acercamos a Dios para rendirle una ofrenda recordamos una enemistad con alguno de nuestros hermanos, primero debemos reconciliarnos con él y después realizar la ofrenda. Practiquemos estas dos acciones que nos propone Jesús en nuestra vida: la misericordia y la benevolencia. Propongámonos que en ninguna de nuestras conversaciones, charlas o discusiones se mezcle jamás la más mínima crítica hacia ninguno de nuestros hermanos, que son todos los hombres y mujeres. Para poder crecer en el amor a los demás, tengo que aprender a fijarme en ellos. Este fijarme lleno de amor y bondad, buscando el bien de la persona, de toda la persona, es hacer vida el mandamiento del amor al prójimo exige y urge a tomar conciencia de que tenemos una responsabilidad respecto a quien, como yo, es criatura e hijo De Dios, porque es tan fácil desear el mal a quien siembra el terror que solo tu misericordia Señor nos puede salvar.
CANCIÓN: Misericordia (Ixcís)
ORACIÓN FINAL:
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza,
dándote gracias por tu infinita misericordia.