Hoy es viernes 5 de abril de la cuarta semana de Cuaresma. «La Palabra de Dios divide siempre. Provoca una división entre quien la acoge y quien la rechaza. A veces también en nuestro corazón se enciende un contraste interior; esto sucede cuando advertimos la fascinación, la belleza y la verdad de las palabras de Jesús, pero al mismo tiempo las rechazamos porque nos cuestionan, nos ponen en dificultad y nos cuesta demasiado observarlas». (Homilía de S.S. Francisco, 21 de marzo de 2015).
Jn 7, 1-2. 10. 25-30
“En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Pero después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito. Decían algunos de los de Jerusalén: ¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que este es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es. Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que verdaderamente me envía el que me envía; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado. Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora”.
Palabra de Dios
TEXTO VICENCIANO
Cumplir preceptos o ser auténticamente cristianos: Es más fácil usar un lenguaje edificante, cumplir algunos preceptos positivos, rechazar ciertos placeres, que estar profundamente lleno de espíritu evangélico, conservarlo en el fondo del alma para ennoblecerlo, purificarlo, y mejorarlo: en fin, reproducirlo en sus obras dejando en ellas el sello de la dulzura y de la bondad. Se pueden murmurar de palabra muchas oraciones y, sin embargo, no tener ese impulso que eleva al cielo, ni esa piedad que se abandona a la guía maternal de la Providencia, sin murmurar por el presente, sin preocupación por el porvenir. Un amor tierno hacia Dios, una bondad activa hacia los hombres, una conciencia justa e inflexible hacia sí mismo, tales son los elementos de una existencia verdaderamente cristiana”.
(Federico Ozanam, carta a Amélie Soulacroix, 1 de mayo de 1841)
REFLEXIÓN PERSONAL
Jesús es el prototipo del justo que resulta incómodo y cuyo testimonio se quiere silenciar. Todas las acusaciones que le hacen son nacidas del odio. No obstante, Jesús «grita» valientemente su origen, su identidad, su vocación y su misión, que es la de Dios, ese es el sentido de su vida.
En nuestros ambientes, nos encontramos también esta división. En ocasiones somos víctimas de la pérdida de valores fundamentales como el respeto a la vida, la caridad, el perdón… En otros momentos, luchamos y trabajamos por extender el Reino de Dios. En otros, sólo nos lamentamos y dejamos pasar por omisión, “cumpli-miento”, desesperanza… las oportunidades de cambiar la situación que va contra el plan de Dios. Nosotros somos los que cambiaremos el corazón de las personas con nuestro testimonio, con nuestra opción por la Misión. Conjugando como dice Federico Ozanam: “Un amor tierno hacia Dios, una bondad activa hacia los hombres, una conciencia justa e inflexible hacia sí mismo…”
Tal vez no lleguemos a ser perseguidos físicamente, pero sí desacreditados y criticados por buscar la coherencia de vida con nuestra fe. No temamos ser fieles a Cristo porque como nos recuerda el evangelio quien determina la hora y el rumbo de los acontecimientos no son los que ostentan el poder, sino que es Jesús mismo. Es él quien determina la hora (cf. Jn 2,4; 4,23; 8,20; 12.23.27; 13,1; 17,1). Y en la cruz, Jesús es quien determina hasta la hora de su muerte (Jn 19,29-30).
CANCIÓN
ORACIÓN FINAL
Padre Bueno, conocerte en Jesús y poder comunicarme contigo por medio del Espíritu Santo es una gracia que no he sabido aprovechar. Te ofrezco mi libertad, permite que esta oración me lleve a la experiencia de tu amor, y que esta experiencia determine mi vida, mi comportamiento, la forma en que me relacione con los demás. Que mis debilidades no impidan que pueda darme a los demás. Que tu Palabra penetre hondamente en mi corazón y la transmita fielmente a todas las personas que pongas en mi camino, de palabra y obra.