Hoy es sábado 16 de marzo de la primera semana de Cuaresma, día para reafirmarnos como partícipes y edificadores del Reino, un Reino que se construye aquí en la tierra y al que todos estamos llamados.
Mt 5, 43-48
Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.
Palabra de Dios
TEXTO VICENCIANO
Tejiendo la obra de Dios: Todos nosotros somos como los tejedores de los gobelinos que, siguiendo el patrón de un artista desconocido, se esfuerzan en emparejar hilos de diversos colores en el lado reverso de la trama, no viendo el resultado de su trabajo. Solo cuando se completa la textura pueden admirar aquellas hermosas flores y figuras, esos espléndidos cuadros dignos de los palacios de los reyes.
Igual ocurre con nosotros, amigos míos: trabajamos, sufrimos, y no vemos ni el fin ni el fruto. Pero Dios lo ve, y cuando nos libera de nuestra tarea, ante nuestra mirada maravillada muestra lo que Él, el gran artista, presente en todas partes e invisible, ha tejido de esos trabajos que ahora nos parecen tan estériles; entonces Él se dignará colgar en su palacio de oro la tela endeble que hemos hilado.
(Cf. Kathleen O’MEARA, Federico Ozanam, profesor en la Sorbona: su vida y obra, capítulo XVIII.).
REFLEXIÓN PERSONAL
Sentir la llamada de Dios a construir un mundo nuevo, a formar parte de su plan y a edificar junto a él, no resulta fácil. Dios nos regala todo su Amor de Padre y a la vez nos deja un modelo exigente y radical, nos llama a la perfección, a amar con un corazón sincero y a saber que puede ser que no veamos los frutos, porque nuestra tarea es sembrar.
En el día a día, cuántas frustraciones y desdenes tomamos porque no recogemos ni vemos resultados, cuando esa no es nuestra llamada, sino la de imitar la perfección del Padre, que todo lo perdona y todo lo espera; de esta forma seremos edificadores y tejedores de esa gran Obra de Dios en la historia del hombre.
CANCIÓN
ORACIÓN FINAL
Danos Padre la sabiduría y el don del entendimiento
Para sabernos instrumentos en tus manos,
Recibiendo como gracia la tarea que nos encomiendas cada día
Desde la sencillez, la humildad y el perdón,
Para que podamos ser tu reflejo aquí en la tierra
Haciéndote nacer a cada paso.
Amén.