Oración décimoctavo día de Cuaresma

Hoy es sábado 23 de marzo de la segunda semana de Cuaresma. El Evangelio nos recuerda que la misericordia de Dios sigue siendo mucho mayor que nuestras limitaciones; la acogida y el perdón que el “padre bueno” de la parábola, tuvo con su hijo pródigo, es, junto a nuestro reconocimiento de pecadores, la invitación a saber a hacer fiesta cuando un alejado vuelve a casa.

Lc 15, 1-3. 11-32

“En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: «Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.» Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.» Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: «Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.» Pero el padre dijo a sus siervos: «Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado». Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: «Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.» El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: «Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!» Pero él le dijo: «Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado».

Palabra de Dios

TEXTO VICENCIANO

Ser padre, don y responsabilidad: “¡Ya soy padre! Soy el depositario y el guardián de una criatura inmortal. Aspiro a ver su bautismo, que no puede tener lugar hasta mañana; luego seguiré uno a uno todos sus progresos, veré nacer todas las gracias de su infancia, y mientras la estreche en mis brazos pensaré que hay en ella un alma hecha para Dios y para la eternidad. Estas reflexiones me conmueven hasta las lágrimas, y me confunden. ¡Ah! ¡qué momento aquel en el que, arrodillado al pie del lecho de mi Amélie, he visto su último esfuerzo y al mismo tiempo a mi hija salir a la luz del día!”.

(Federico Ozanam, «Carta al señor y la señora Haraneder”, 24 de julio de 1845).

REFLEXIÓN PERSONAL

Dios sale al encuentro del hombre y tiene la iniciativa de restaurarlo. El Padre sale al encuentro de su hijo, lo perdona, lo abraza y lo acoge, le devuelve su dignidad. Sentirnos abrazados por Dios no es un evento místico e imaginario, es un estado de paz y de tranquilidad que nos devuelve la seguridad de que somos hijos de Dios, nos vuelve a poner en el encuentro con Dios. El encuentro de Dios siempre va a generar paz y alegría verdadera, alegría que contagia, alegría que es Eucaristía. Y yo, animado por esta pequeña reflexión, ¿qué voy a hacer hoy para volver al Padre y reconciliarme con él?.

CANCIÓN

“Padre y Madre” (Brotes de Olivo)

ORACIÓN FINAL

Te bendecimos, Padre, porque Jesucristo, tu Hijo, fue conocido y acusado como «el que acoge a los pecadores». En la parábola del hijo pródigo nos dejó la mejor y más exacta radiografía de tu corazón de Padre que ama y perdona siempre. Bendito seas, porque eres un Dios reconciliador y no nos tratas como merecen nuestros continuos desdenes, sino que corres a nuestro encuentro y, como al hijo pródigo, nos colmas de amor, besos, ternura, regalos, pan y Eucaristía. Queremos desandar el camino para descansar al fin en tus brazos, dejándonos querer por Ti; Y así rehabilitados, sentarnos a tu mesa con todos los hermanos.

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