Hoy es 1 de marzo de 2018, de la segunda semana de cuaresma. La palabra de Dios de este jueves nos ilumina con la parábola del rico y Lázaro.
Lc 16, 19-25. 27-31
Había un hombre rico, que vestía de púrpura y lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y había un pobre, llamado Lázaro, cubierto de llagas y echado a la puerta del rico. que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamerle las llagas. Murió el pobre y los ángeles lo llevaron junto a Abrahán. Murió también el rico y lo sepultaron. Estando en el lugar de los muertos, en medio de tormentos, alzó la vista y divisó a Abrahán y a Lázaro a su lado. Lo llamó y le dijo: -Padre Abrahán, ten piedad de mí y envía a Lázaro, para que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua; pues me torturan estas llamas. Respondió Abrahán: -Hijo, recuerda que en vida recibiste bienes y Lázaro por su parte desgracias. Ahora él es consolado y tú atormentado. Además, entre vosotros y nosotros se abre un inmenso abismo; de modo que, aunque se quiera, no se puede atravesar desde aquí hasta vosotros ni pasar desde allí hasta nosotros. Insistió el rico: -Entonces, por favor, envíalo a casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos; que los amoneste para que no vengan a parar también ellos a este lugar de tormentos. Le dice Abrahán: -Tienen a Moisés y los profetas: que los escuchen. Respondió: -No, padre Abrahán; si un muerto los visita, se arrepentirán. Le dijo: -Si no escuchan a Moisés ni a los profetas, aunque un muerto resucite, no le harán caso.
Palabra de Dios
TEXTO DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
La obligación de empeñarse por el desarrollo de los pueblos no es un deber solamente individual, ni mucho menos individualista, como si se pudiera conseguir con los esfuerzos aislados de cada uno. Es un imperativo para todos y cada uno de los hombres y mujeres, para las sociedades y las naciones, en particular para la Iglesia católica y para las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, con las que estamos plenamente dispuestos a colaborar en este campo.
El ejercicio de la solidaridad dentro de cada sociedad es válido sólo cuando sus miembros se reconocen unos a otros como personas. Los que cuentan más, al disponer de una porción mayor de bienes y servicios comunes, han de sentirse responsables de los más débiles, dispuestos a compartir con ellos lo que poseen. Estos, por su parte, en la misma línea de solidaridad, no deben adoptar una actitud meramente pasiva o destructiva del tejido social y, aunque reivindicando sus legítimos derechos, han de realizar lo que les corresponde, para el bien de todos. Por su parte, los grupos intermedios no han de insistir egoísticamente en sus intereses particulares, sino que deben respetar los intereses de los demás.
Soliicitudo Rei Sociali. Capitulo IV. Nº 32 y Nº39
REFLEXIÓN PERSONAL
El texto del evangelio de hoy nos habla de la esperanza del pobre. Los pobres confían en Dios y en su ayuda. La fe, la confianza en la Buena Noticia para el pobre, lo posiciona ante Dios con nombre y apellidos y Dios lo reconoce como hijo suyo. Así que el encuentro con el pobre, el reconocer al pobre como Hijo de Dios nos debería de posicionar con ellos, por ellos, a su lado … porque son el rostro de Dios, son sus Hijos. Al reconocer al otro como hermano debemos de sentir la responsabilidad ante su necesidad, responsable de su debilidad.
ORACIÓN FINAL
Si no estoy con los pobres, Señor, no estoy contigo. Hoy te doy gracias Padre por darme a conocer cómo estar contigo. Te pido que me guíes para acercarme a los pobres mis hermanos y llevarles el mensaje de esperanza del evangelio. Amen.