Hoy es domingo 10 de marzo, vigesimosexto día de Cuaresma.
Hoy celebramos que Jesús nos invita a ser luz para los hombres, luz que nos guíe por el camino de los justos y nos permita realizar las buenas obras que desea el Señor.
Que la reflexión de las lecturas de este domingo cuaresmal nos ayuden a identificarnos cada vez más con Cristo en su ser y actuar, cumpliendo siempre y en todo su voluntad.
Evangelio del día: Jn 3,14-21
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.»
Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios».
¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
Enseñanzas de San Vicente de Paúl
El propósito de la compañía es imitar a nuestro Señor, en la medida en que pueden hacerlo unas personas pobres y ruines. ¿Qué quiere decir esto? Que se ha propuesto conformarse con él en su comportamiento, en sus acciones, en sus tareas y en sus fines. ¿Cómo puede una persona representar a otra, si no tiene los mismos rasgos, las mismas líneas, proporciones, modales y forma de mirar? Es imposible. Por tanto, si nos hemos propuesto hacernos semejantes a este divino modelo y sentimos en nuestros corazones este deseo y esta santa afición, es menester procurar conformar nuestros pensamientos, nuestras obras y nuestras intenciones a las suyas.
SVP XI, 383
Para la reflexión personal
El mensaje evangélico nos dice claramente que Dios ha enviado al mundo a su Hijo amado para la salvación del hombre, para ser camino, luz y vida. Quien le sigue no anda en tinieblas, pero si realmente queremos ser alumbrados y libres de toda ceguera del corazón debemos conocer, estudiar y reflexionar su Buena Noticia. Es necesario entender plenamente y saborear las palabras de Cristo para llegar a ser uno con Él y en Él; es necesario conformar con Él y en Él nuestro comportamiento, nuestras acciones y nuestras finalidades de vida.
Para los cristianos esto no debe suponer una carga adicional a las dificultades de vida sino un estilo de vivir lo cotidiano desde el precepto del amor a Dios y al prójimo.
Así lo podemos constatar en la vida y obra de san Vicente de Paúl, especialmente cuando se refiere al espíritu de la Congregación de la Misión y a su finalidad, que no es otra que seguir a Cristo evangelizador de los pobres.
Canción: Mi vida es Cristo (Ixcís)
Oración final
Que, en cada oración al acostarnos y en la mañana al levantarnos, tengamos en nuestra mente y en nuestro corazón ser Cristo en nuestro ser y actuar; ya que dichoso es el que confía en el Señor, pues sabrá afrontar con sabiduría las dificultades de la vida, su corazón estará sereno y no tendrá miedo. Dejemos que nuestra vida sea Cristo.
Amén.