Hoy es jueves 14 de marzo, trigésimo día de Cuaresma.
Busco un lugar donde poder encontrarme con el Señor. Dejo a un lado prisas y agobios y me abro a la presencia de Jesús que quiere hacerse presente de una manera especial. Abro mi corazón y permanezco atento a su mensaje.
Evangelio del día: Jn 5,31-47
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad. No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz. Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que Él ha enviado.
«Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. La gloria no la recibo de los hombres. Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios.
«Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis. ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza. Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».
¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
Enseñanzas de San Vicente de Paúl
“Hará usted bien en realizar todos los esfuerzos posibles por educarlos en el verdadero espíritu de su condición, que consiste especialmente en la vida interior y en la práctica de la oración y de las virtudes; porque no basta con enseñarles el canto, las ceremonias y un poco de moral; lo principal es formarles en la devoción y en la piedad sólida. Para ello hemos de ser nosotros los primeros que nos llenemos de ella, pues sería casi inútil darles la instrucción y no el ejemplo. Hemos de ser embalses llenos de virtud para hacer que se derrame nuestra agua sin agotarnos jamás, poseyendo ese espíritu que queremos que anime a los demás; pues nadie puede dar lo que no tiene. Pidámoselo, pues, a Nuestro Señor y entreguémonos a él para esforzarnos en conformar nuestra conducta y nuestras acciones con las suyas; entonces su seminario derramará una gran suavidad dentro y fuera de su diócesis y hará que se multipliquen en número y bendiciones; por el contrario, el mayor obstáculo para ello sería querer actuar como dueños sobre los que están a nuestro cargo, desedificándolos o no cuidando de ellos; es lo que pasaría si quisiéramos tratarnos bien, lucir mucho, presumir, buscar los honores y distinciones, divertirnos, ahorrar esfuerzos y tratar mucho con los de fuera. Hay que ser firmes sin ser duros en nuestra actuación y evitar una mansedumbre fofa que no sirve para nada. Es de Nuestro Señor de quien podremos aprender cómo hemos de proceder siempre con humildad y con gracia, para atraerle los corazones sin cansar a nadie.”
SVP IV, 555
Para la reflexión personal
En nuestro caminar cuaresmal bien sabemos que para ir escuchando al Señor que nos habla, la vida ilumina el texto y el texto ilumina la vida; desde aquí podemos seguir descubriendo la buena noticia que nos trae la Palabra.
No deja de llamar la atención lo que va generando las opciones y las acciones de Jesús va tomando en su vida: Ha curado a un paralítico, ha profanado su día sagrado, ha optado por el desvalido por sobre la norma y todo esto tiene consecuencias. Son palabras también dirigidas a nosotros.
Él denunciaba un modo de actuar y de leer las Escrituras que puede hacerte saber más, pero no ayuda en el encuentro con Dios Vivo. Qué bueno si en este tiempo cuaresmal frecuentamos un poco más la Palabra, nos familiarizamos con ella, guardamos como un tesoro en nuestro corazón su mensaje… dejando que nos transforme sin oponer resistencia…
Que su palabra nos haga crecer en conocimiento y en relación con Jesús, el enviado del Padre. Que podamos reconocer el testimonio verdadero de quien procura la voluntad del Padre.
Tal vez algo “se nos ha pegado” de las actitudes, de la forma de vivir la fe que se van cuestionando en el Evangelio ¿qué cambios debo procurar en mi vida a la luz del testimonio y las opciones de Jesús?
Canción: Entra en tu cuarto (Ixcis)
Oración final
Señor, déjame ir contigo.
Sólo quiero caminar
detrás, pisar donde pisas,
mezclarme entre tus amigos.
Recorrer esas aldeas
que habitan los olvidados,
los que no recuerda nadie,
ver cómo los recuperas.
Quiero escuchar tu palabra,
simple y preñada de Dios
que, aunque a muchos incomode,
a tanta gente nos sana.
Quiero sentarme a tu mesa,
comer del pan compartido
que con tus manos repartes
a todos los que se acercan.
Y un día, tocar tu manto
como esa pobre mujer,
suave, sin que tú lo notes
arrancarte algún milagro.
Esa que todos marginan
se atreve a abrazar tus pies
y derrama su perfume,
porque en ti se ve querida.
Que de tanto ir junto a ti
pueda conocerte más,
tú seas mi único amor
y te siga hasta morir.
Amén.