Hoy es jueves 22 de febrero, noveno día de Cuaresma.
Busco un lugar donde poder encontrarme con el Señor. Dejó a un lado prisas y agobios y me abro a la presencia de Jesús que quiere hacerse presente de una manera especial. Abro mi corazón y permanezco atento a su mensaje.
Evangelio del día: Mt 16,13-19
En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesárea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
Enseñanzas de San Vicente de Paúl
¡Ay, miserable de mí! ¡Cuán indigno soy por mis pecados de ir a servir a Dios entre los pueblos que no lo conocen!¡Qué feliz, sí, qué feliz es la condición de un misionero que no tiene más límites para sus misiones y sus trabajos por Jesucristo que la tierra entera!
Entonces, ¿por qué limitarnos a un solo punto y ponernos límites, si Dios nos ha dado todo el mundo para ejercitar nuestro celo?
SVP I, 801
Para la reflexión personal
El valor de una persona ya no depende del papel que desempeña, del éxito que tiene, del trabajo que hace, del dinero que tiene en el banco; no, no depende de eso; la grandeza y el éxito, a los ojos de Dios, tienen otro rasero: se miden por el servicio. No por lo que se tiene, sino por lo que se da.
Servir es ponerse a los pies del otro y descubrir, desde nuestra pobreza, su grandeza.
Pedro irá descubriendo en su vida que ser el primero no significa ser el que mejor vive, el que más manda o quien más poder tiene. Ser el primero, ser el primado, será siempre ser el último, el siervo de todos.
Y la fortaleza para seguir sirviendo, a pesar de las dificultades, las críticas o el cansancio, siempre vienen de Dios. Todo nuestro servicio nace de la fuerza recibida en el bautismo que nos impulsa a seguir llevando su palabra hecha vida, hecha compromiso, hasta los confines de la Tierra
Así lo hizo Pedro. San Vicente recoge el testigo. Hoy nos toca a ti y a mí seguir viviendo y sirviendo en clave de pobreza, en clave vicenciana.
Canción: En ti está mi fuerza (Shemá)
Oración final
Escucha, Señor, la plegaria de tu pueblo y
haz que nuestro Papa,
Vicario de Cristo en la tierra,
confirme en la fe a todos los hermanos,
para que toda la Iglesia
se mantenga en comunión con él
por el vínculo de la unidad, el amor y la paz.
Concédele valor, sabiduría y amor a tu pueblo,
para que él sirva con fidelidad
a todas aquellas personas
a quienes tú le has confiado sus cuidados
y lleve a tu Iglesia unida en la fe,
de corazón y voluntad,
mientras procuramos llevar a su pleno cumplimiento
la misión de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.