Hoy es 27 de febrero, decimocuarto día de Cuaresma.
Prepara tu interior y silencia los rugidos, de tu día a día, en tu cabeza para este momento de oración. Deja, por unos minutos, el ajetreo diario y dispón tu interior para encontrarte con el Señor en lo más profundo de tu corazón, pues es ahí donde habita y desde donde te habla.
Evangelio del día: Mt 23,1-12
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame «Rabbí». Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar «Rabbí», porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie «Padre» vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar «Doctores», porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
Enseñanzas de San Vicente de Paúl
Acuérdese, padre, de que vivimos en Jesucristo por la muerte en Jesucristo, y que hemos de morir en Jesucristo por la vida de Jesucristo, y que nuestra vida tiene que estar oculta en Jesucristo y llena de Jesucristo, y que, para morir como Jesucristo, hay que vivir como Jesucristo. Pues bien, puestos estos fundamentos, démonos al menosprecio, a la vergüenza, a la ignominia y desaprobemos los honores que recibimos, la buena reputación y los aplausos que se nos dan y no hagamos nada que no sea para este fin.
SVP I, 320
Para la reflexión personal
Hoy debemos trabajar por nuestra salvación personal y comunitaria, como dice san Pablo, con respeto y seriedad, pues «ahora es el día de la salvación» (2Cor 6,2). El tiempo cuaresmal es una oportunidad para que, en una actitud de profunda conversión, revitalicemos nuestros valores personales, reconozcamos nuestros errores y nos arrepintamos de nuestros pecados, de modo que nuestra vida se vaya transformando —por la acción del Espíritu Santo— en una vida más plena y madura, que de gloria a Dios.
Ya en la época de Jesús había muchos que querían ser «modelos» y oraban y actuaban para ser vistos; para ser reverenciados… La sociedad actual también nos presenta infinidad de “modelos”; faltos referentes que actúan sólo por apariencia… Todos ellos, vacíos y sin transcendencia, con sus actitudes y conductas no muestran el camino que conduce a Dios: «No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3).
Aprovechemos este tiempo de cuaresma para fortalecer nuestras convicciones como discípulos y en imitar al verdadero maestro: «Uno solo es vuestro Maestro; (…) uno solo es vuestro Padre; (…) uno solo es vuestro Doctor: Cristo» (Mt 23,8.9.10). Y frente a las situaciones concretas en las que muchas veces no sabemos cómo reaccionar preguntémonos siempre: ¿Qué diría Jesús?, ¿cómo actuaría Él?
Canción: He venido a servir (Aim Karem)
Oración final
Señor, ayúdanos en este tiempo de Cuaresma, a no dejarnos llevar por los falsos ídolos. Que cada día de nuestra vida, como discípulos, recordemos que nuestro compromiso debe ser buscar cómo imitarte y, a través de nuestras obras, dar gloria a nuestro Padre.
Amén.