Oración Sábado Santo

Hoy es 8 de abril, Sábado Santo, día que se caracteriza por un gran silencio, por una vigilancia atenta, por una espera esperanzada. Busca el silencio y la soledad, ten alerta el corazón, donde se escucha la voz del Espíritu. Tu corazón puede ser hoy el lugar de la espera, donde se levantan las esperanzas malheridas por las muertes y se pone en pie la alegría. El silencio de este día es hondo, pero no es un silencio triste. Jesús viene a desencadenar toda alegría, a poner en marcha de nuevo, gestos concretos, a hacer que el amor sea amor cercano.
Junto a María y las mujeres que acompañaban a Jesús, saboreemos su silencio, su vacío, su soledad. No pueden vivir sin Jesús. Lo han echado fuera de la tierra de los vivos y ellas lo buscan con el amor de su alma, con el amor de madre y discípulas.
La Iglesia se une a María en su espera, unámonos también hoy a Ellas… velando al amor.

EVANGELIO DEL DÍA: Jn 19,25

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre,
María, mujer de Cleofás y María Magdalena.

¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!

TEXTO:

A veces hay que esperar ,porque las palabras tardan y la vida suspende su fluir.
A veces hay que callar, porque las lágrimas hablan y no hay más que decir.
A veces hay que anhelar porque la realidad no basta y el presente no trae respuestas.
A veces hay que creer, contra la evidencia y la rendición.
A veces hay que buscar, justo en medio de la niebla, donde parece más ausente la luz.
A veces hay que rezar aunque la única plegaria posible sea una interrogación.
A veces hay que tener paciencia y sentarse junto a las losas, que no han de durar eternamente.

José María Rodríguez Olaizola, SJ.

REFLEXIÓN PERSONAL:

Junto a la cruz de Jesús está María con otras mujeres. Su amor ha desafiado el miedo a la muerte de un crucificado. Ellas están allí, de pie, solas en la noche del misterio, velando su hora. Sus ojos están fijos en Jesús, icono de amor maltratado. Su oración se hace silencio y se preguntan ¿Por qué? El sepulcro evoca este lugar donde parece que el tiempo se detiene. Una losa a la entrada, un cuerpo dentro. Si esto fuera el final, resultaría demasiado duro. Pero no puede serlo. La última palabra no la puede tener la injusticia, la violencia o el odio.
Sepamos acompañarlas. Y que también nosotros sepamos asumir nuestras soledades y abandonos y vivir para Dios caminando siempre en una vida nueva. Cambiemos nuestro luto en danza; mudemos nuestro traje oscuro y vistámonos de fiesta. Celebremos la Vida que renace Esperemos en el Señor; que Él nos sane, que Él nos vende, que Él nos resucite.
Con ellas, seguimos tejiendo una humanidad más fraterna y solidaridad y más comprometida con el evangelio de Jesús. Con ellas, esperamos un nuevo amanecer mientras pasa este sábado del sepulcro que nos oprime.

CANCIÓN: María, mujer fuerte (Salomé Arricibita)

ORACIÓN FINAL (Canto de la Salve: Papa Francisco, EG 288):

María, mujer de esperanza, ¡quédate con nosotros!
Enséñanos a esperar, porque escasea el pan de la fraternidad,
nos falta el vino de la alegría, nos han robado el silencio,
tenemos hambre de verdad, sentimos sed de Dios,
estamos heridos de angustia, tenemos rota la paz.
María, ven con nosotros, ven a nuestra casa.
Contigo recreamos la esperanza, soñamos el nuevo amanecer
de un mundo más humano.
Contigo seguimos alumbrando el proyecto nuevo de Jesús.
Contigo seguimos tejiendo una humanidad fraterna y solidaria
Virgen y Madre María. Tú, que estuviste plantada ante la cruz
con una fe inquebrantable y recibiste el alegre consuelo de la resurrección
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados
Para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
Para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga.
María del Evangelio viviente,
Manantial de alegría para los pequeños,
Ruega por nosotros.

Amén.

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