Hoy es martes, 29 de marzo, estamos en la 4ª semana de Cuaresma. Ya hace un tiempo que comenzamos este camino. En el trabajo, en nuestra familia y grupos de amigos, en las noticias de guerra que vemos últimamente, encontramos desafíos que nos desgastan, entristecen, que nos dejan heridos. En la oración, Jesús viene a nuestro encuentro, es nuestra decisión mostrarnos para ser curados. No te escondas, abre tu corazón y deja que Él entre.
EVANGELIO DEL DÍA: Jn 5,1-16
«Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: “¿Quieres quedar sano?”.
El enfermo le contestó: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado”.
Jesús le dice: “Levántate, toma tu camilla y echa a andar”.
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: “Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla”.
Él les contestó: “El que me ha curado es quien me ha dicho: ‘Toma tu camilla y echa a andar’”.
Ellos le preguntaron: “¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?”.
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: “Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor”.
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado».
¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
TEXTO VICENCIANO:
«La Espiritualidad Vicenciana involucra tanto la mano como el corazón o, como lo expresó san Vicente, “Es Afectivo y Efectivo. Afectiva y Efectiva”. Un corazón que se ha abierto a Cristo; es capaz de sentir los sufrimientos de los pobres; tiene el deseo de responder a sus necesidades. Manos que se tienden a los pobres con amistad y servicio».
Discípulos en Misión. Art.5.1.3.
REFLEXIÓN PERSONAL:
El evangelio de hoy nos cuenta la historia de un enfermo que Jesús encuentra en Betesda. Lleva más de 30 años enfermo y está desesperado, siente que nadie le hace caso. Jesús se acerca a este enfermo y le ofrece una salida, en la que él propio es el protagonista. Le dice: «Toma tu camilla y echa a andar» y el enfermo lo hace y queda curado. La fe y el perdón lo salvan. Jesús le ha ofrecido otra oportunidad. Él no está preocupado con la Ley sino con la persona. Y nosotros, ¿cómo nos aproximamos de nuestro prójimo? Como vicencianos, somos llamados a acercarnos al que lo necesita, desde el respeto a su dignidad y necesidades, al igual que Jesús lo hace con nosotros cada día. Abrir los ojos a la realidad que le rodea y buscar juntos la respuesta a sus necesidades.
CANCIÓN: Y a ti quién te cuida (Luis Guitarra)
ORACIÓN FINAL:
Nos has puesto en el mundo, a tu gente,
para suavizar el dolor de otras vidas,
para acompañar los malos momentos,
para ayudar a llevar el peso de la cruz.
Nos envías a los hermanos a repartir ternura,
a decir el afecto, a potenciar al caído,
a consolar al doliente, a sanar las heridas
y a amar a todos como lo hacías tú, Jesús.
Nos envías por el mundo, Señor,
a traer la buena noticia de tu amor,
a recordar que la fraternidad es posible
y la igualdad es una tarea a conseguir.
Nos envías a despertar conciencias,
a descansar a los que están quemados,
a sosegar a los intranquilos e irritados,
a crear clima fraterno y cercano.
Nos envías cada día, en cada momento,
a todos tus hijos y a todos los rincones del mundo,
para llevar tu mensaje de fraternidad,
de paz, de perdón, de igualdad y de justicia.
Nos envías para estar disconformes y luchar,
para cambiar este mundo injusto y mal repartido,
para hacerlo humano, igualitario y feliz
y no descansar hasta que todo el mundo viva dignamente.
Nos envías, Señor, para que logremos para todos
la vida en abundancia,
la dignidad completa
y el amor y el pan partido y repartido entre todos.
Amén.