Oración vigésimo séptimo día de Cuaresma

Hoy es 28 de marzo, lunes de la 4º semana de Cuaresma. La Palabra de hoy nos recuerda la importancia de la fe, y el saber interpretar la voluntad de Dios a través de los acontecimientos, realizando las obras que se nos pide.
Pero para ello, mi Dios, necesitamos que nos ayudes a tener una fe firme en tu Hijo, Jesucristo, para que a pesar de los acontecimientos violentos que estamos viviendo en estos días, tengamos fe en un futuro mejor, que tú quieres que construyamos con tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.

EVANGELIO DEL DÍA: Jn 4,43-54

«En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado: “Un profeta no es estimado en su propia patria”.
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo: “Si no veis signos y prodigios, no creéis”.
El funcionario insiste: “Señor, baja antes de que se muera mi niño”.
Jesús le contesta: “Anda, tu hijo vive”.
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino.
Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: “Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre”.
El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea »
.

¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!

TEXTO VICENCIANO:

«La espiritualidad misionera del apóstol es una experiencia de pobreza misma, en la que se han encontrado los rostros de Cristo, gracias al don de la fe. De esta experiencia humilde y agradecida nace el deseo de dedicarse a la misión con generosidad y por toda la vida. “La fe se fortalece dándola” (Redemptoris Missio, Juan Pablo II., 1990, pár. 2)».

Discípulos en Misión. Art. 3.2.1, pág. 11 pár. 2º

REFLEXIÓN PERSONAL:

No, no necesito más que un poco de fe para saber cuál es el camino que debo recorrer para llegar a tu Verdad, Señor. Y es que el don de la fe es lo que permite al discípulo dedicarse de por vida a la misión evangelizadora. Desde una actitud de sencillez, de humildad y de una acción de un amor apasionado por ayudar al desvalido, pues «la fe se fortalece dándola».
De la acción de la fe surge la acción de la obra. Todo lo que somos es gracias a la gracia de Dios y nuestras acciones son la manera en la que también anunciamos el aroma de Cristo, tanto entre los que se salvan, como entre los que se pierden (cf. 2Cor 2,15).
Si «la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad» (Fides et ratio-1998), la fe y las obras son acciones inseparables de la gracia de Dios en nuestra vida; es la unión entre lo espiritual y lo terrenal que nos lleva al encuentro con el Padre: «¿De qué sirve, mis hermanos y hermanas, si alguien dice que tiene fe, pero no tiene obras?» (St 2,14).
En la Misión debemos encontrar, desde la fe, la voluntad de Dios en los acontecimientos de nuestro día a día y saber dar una respuesta con las obras adecuadas, acompañadas siempre de una gran sencillez y sinceridad por ser una virtud que viene de Dios y nos lleva a Dios (cf. 2Cor 1,12) Y nosotros, los cristianos, debemos ser hijos de Dios sencillos y sin tacha en medio de una generación viciada y perversa (cf. Fil 2,15).

CANCIÓN: Un poco de fe (Ixcís)

ORACIÓN FINAL (Oración por la fe. Pablo VI el 30/10/1968):

«Señor, haz que mi fe sea fuerte, que no tema las contrariedades de los múltiples problemas que llenan nuestra vida crepuscular, que no tema las adversidades de quien la discute, la impugna, la rechaza, la niega, sino que se robustezca en la prueba íntima de tu Verdad, se entrene en el roce de la crítica, se corrobore en la afirmación continua superando las dificultades dialécticas y espirituales entre las cuales se desenvuelve nuestra existencia temporal».

Amén.

Entrada anterior
Oración vigésimo sexto día de Cuaresma
Entrada siguiente
Oración vigésimo octavo día de Cuaresma