Hoy es 28 de febrero, empezamos la segunda semana de Cuaresma. La Palabra de hoy nos invita a comprender mejor el camino de la muerte hacia la resurrección. Hagamos caso de las insistentes llamadas de Jesús a la conversión. Señor, abre mi corazón a tu Palabra.
EVANGELIO DEL DÍA: Mc 9,2-10
«En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: “Este es mi Hijo amado; escuchadlo”. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: “No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”. Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de “resucitar de entre los muertos”».
¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
TEXTO ENCÍCLICA:
«Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios (cf. 1Co 13,12) y podremos leer con feliz admiración el misterio del universo, que participará con nosotros de la plenitud sin fin. Sí, estamos viajando hacia el sábado de la eternidad, hacia la nueva Jerusalén, hacia la casa común del cielo. Jesús nos dice: “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21,5). La vida eterna será un asombro compartido, donde cada criatura, luminosamente transformada, ocupará su lugar y tendrá algo para aportar a los pobres definitivamente liberados».
Laudato Si, nº 243
REFLEXIÓN PERSONAL:
¿Cuántas veces en medio de las dificultades nos hemos planteado si Dios nos escucha? Cuando estamos sufriendo, nos produce felicidad oír una palabra de preocupación y de ánimo. Es una experiencia feliz cuando, en medio de nuestras cuestiones y problemas, nos llega un rayo de luz que levanta nuestro ánimo y nos asegura que Jesús viene con nosotros en nuestro fatigoso caminar. Nos resulta reconfortante, durante el tiempo de Cuaresma, el hecho de que Jesús mismo, en el misterio de la Transfiguración, nos dé una visión fugaz anticipada de su victoria en Pascua. Todo eso es maravilloso y queremos que dure, pero como Pedro y con Jesús tenemos que volver a las realidades de la vida. Pero Jesús está todavía, siempre, con nosotros, aun cuando no estemos conscientes de ello.
(ciudadredonda.org)
CANCIÓN:
ORACIÓN FINAL:
Padre bueno, muéstrame tu rostro transfigurado, que se hace presente en los enfermos, en los pobres, en el enemigo, en la sed, la humillación, en el hambre, en la desolación…, para que cuando te reconozcamos, llegue la luz a nuestras almas y seamos capaces de amar todas las realidades que nos rodean. Amén.