Hoy es domingo 7 de abril de la quinta semana de Cuaresma. El evangelio de Juan presenta las discusiones más agudas y profundas sobre de la identidad y misión de Jesús, misionero del Padre. La Palabra hecha vida llevó a Federico Ozanam a comprometerse en la construcción de una verdadera democracia para toda la familia humana donde se establece “una preferencia manifiesta por los más amenazados y los más débiles”, “donde se condenaba toda clase de opresión, todas las desigualdades, todas las hostilidades”.
Jn 8, 1-11
“Más Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».
Palabra de Dios
TEXTO VICENCIANO
La verdadera democracia: “El fin de toda sociedad no es establecer el poder del mayor número, sino proteger la libertad de todos sin exigir a cada uno que la sacrifique más que en la medida necesaria para salvar la de los demás. Como todas las personas humanas son iguales en cuanto a su destino, la sociedad les debe igualdad de protección, con una preferencia manifiesta por los más amenazados y los más débiles. La patria no es, en fin, ni el ídolo de los antiguos ni la ficción legal de los jurisconsultos modernos; si es una familia de 35 millones de seres humanos que piensan igual que nosotros, que sufren igual que nosotros, que con frecuencia valen más que nosotros, la fraternidad se convierte en un deber fácil entre los hijos de una misma carne y de una misma sangre. […] Solo el cristianismo ofreció esa sociedad sin paralelo, que condenaba toda clase de opresión, todas las desigualdades, todas las hostilidades del mundo antiguo”.
(Federico Ozanam, «Las dos repúblicas», artículo el l´Ére Nouvelle, 23 de abril de 1848)
REFLEXIÓN PERSONAL
-«¿Tú qué dices?» (Era una encerrona).
-«¡Aplicar la ley!»… entonces hubiesen pensado y dicho: -“¡No es tan bueno como parece, porque manda matar a la pobre mujer!”. Si hubiese dicho: -«No la matéis». Hubiesen dicho: «¡No es tan bueno como parece, porque ni siquiera observa la ley!». Bajo apariencia de fidelidad a Dios, manipulan la ley y usan a la mujer para acusar a Jesús. Hoy también, bajo la apariencia de fidelidad a las leyes de la sociedad o de la iglesia olvidamos que “El fin de toda sociedad no es establecer el poder del mayor número, sino proteger la libertad de todos”. Jesús se incorpora y les dice: Adelante, lapidadla según la ley. Pero que aquel que esté sin pecado, le tire la primera piedra. Debería bastar para acallar la palabra de condenación o justificación de castigos. Pero seguimos jugando a ser verdugos sin juicios justos. ¿Quién no ha sido acusador y verdugo alguna vez? ¿Cuántas veces he olvidado la “viga” (Mt 7, 3-5)? ¿Es posible olvidar “No juzguéis, (…) ”Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida que midáis seréis medidos”? (Mt 7,1-ss). Jesús, provocador, rompedor, subversivo… les descoloca y a nosotros también. La ley de Dios no es condena: es luz que ayuda a identificar el pecado, a descubrir la verdad y permite a Dios poner en pie a quien está caído con toda la dignidad de los hijos e hijas de Dios. Y Jesús agrega: Anda, y en adelante no peques más. Ya no pecará más. ¿Cómo va a tener más ganas de pecar? Se siente curada, amada, salvada: su corazón está lleno para siempre, de gratitud, de amor, de alegría.
CANCIÓN
ORACIÓN FINAL
Las faltas que menos toleramos en los otros son a menudo las nuestras. El enojo hacia otros es muchas veces hacia nosotros mismos. Cada piedra que preparo para lanzarla hacia otros, cae sobre mí. Hoy pido que el Señor me ayude a colocar mis piedras de rabia y resentimiento en el piso y así me vuelva libre.