Oración octavo día de Cuaresma

Hoy es miércoles 13 de marzo de la primera semana de Cuaresma, camino de Victoria de la Misericordia de Dios sobre lo que nos aplasta o rebaja la dignidad de Hijos de Dios que poseemos: la esclavitud, sufrimiento, muerte; y ello porque Dios da a esta generación, Algo y Alguien más que se convierte para nosotros en libertad, gozo y Vida: el Hijo del Hombre, la Señal de Dios por excelencia.

Lc 11, 29-32

“En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y Él se puso a decirles: Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás”.

Palabra de Dios

TEXTO VICENCIANO

Más vale hacer poco que no hacer nada: “Representantes del pueblo: No digáis que os falta la inspiración. […] No ignoramos ni los obstáculos ni las rivalidades, ni las imperfecciones que detienen cada proyecto y que eternizan los debates. Pero nunca hemos visto que los grandes poderes fueran instituidos por circunstancias fáciles; consideramos que las rivalidades de amor propio deben borrarse ante la necesidad pública y que, finalmente, más vale hacer de forma imperfecta, que no hacer nada”. (Federico Ozanam. «A las gentes de bien», en l’Ere nouvelle, 15 de septiembre de 1848).

REFLEXIÓN PERSONAL

Fuimos tomados de la Tierra, como nos recordó el símbolo de las cenizas, pero ese barro en manos de Dios y con el soplo de su Espíritu de Amor y Vida, nos salva de otros alientos asfixiantes de “nuestra generación”, como nuestros egoísmos, nuestras ambiciones mezquinas, nuestras silenciosas indiferencias, que ahogan el espíritu y anestesian el corazón, como lo denuncia Federico Ozanam; no esperemos achicar a Jesús a nuestros moldes milagreros, porque la señal que convierte no son los milagros, sino el testimonio de vida, como el de Jesús y su Resurrección que, -en medio del fango que rodea a nuestra historia (consumismo alienante, amenaza ecológica, violencia doméstica, guerras, infanticidios, urbanismo deshumanizante, injusticias alienantes, xenofobias, racismo)-, es aliento vital que Dios Padre no deja de ofrecernos.

Seamos capaces de reconocer esa llamada de Dios en medio de nuestra generación, de nuestra realidad, igual que Ozanam, y no ser ajenos a sus clamores para que vuelva a la dignidad de Dios, a ser liberada, humanizada, Salvada… Seamos Testigos de Dios, en lo que podamos, como podamos, hasta donde lleguemos, pero seamos Señal de la Presencia del Dios Vivo en nuestro mundo.

CANCIÓN

“El Corazón del Mundo” (Migueli)

ORACIÓN FINAL

Me habría encantado encontrarme, Señor, entre aquel gentío que se arremolinaba alrededor tuyo para escucharte porque, igual que ellos, creo que nunca hubo Sabiduría como la tuya, ni un Maestro como Tú.

Y a pesar de tus serias palabras con aquellas personas, que hoy también son válidas con nuestra generación, te ruego me aceptes entre tus discípulos y amigos, pues antes o después entraré de lleno en tu Camino, en tu verdad, en tu Vida, de modo que tu gracia continuamente me preceda y acompañe, de manera que esté dispuesto a obrar siempre el bien.

Amén.

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