Hoy es 12 de marzo de 2018, lunes de la cuarta semana de Cuaresma. Acerquémonos hoy confiadamente a la Palabra si queremos curarnos.
Jn 4, 43-54.
Pasados los dos días se trasladó de allí a Galilea. Jesús mismo había declarado que un profeta no recibe honores en su patria. Cuando llegó a Galilea, lo recibieron los galileos que habían visto todo lo que hizo en Jerusalén durante las fiestas; pues también ellos habían acudido a las fiestas. Fue de nuevo a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaún. Al oír que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a visitarlo y le suplicaba que bajase a sanar a su hijo, que estaba por morir. Jesús le dijo: -Mientras no veáis señales y prodigios, no creéis. Le dice el funcionario real: -Señor, baja antes de que muera mi niño. Jesús le dice: -Ve, que tu hijo sigue vivo. El hombre creyó lo que le decía Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus sirvientes le salieron al encuentro para anunciarle que su muchacho estaba sano. Les preguntó a qué hora se había puesto bien, y le dijeron que el día anterior a la una se le había pasado la fiebre. Comprobó el padre que era la hora en que Jesús le había dicho que su hijo seguía vivo. Y creyó en él con toda su familia. Ésta fue la segunda señal que hizo Jesús cuando se trasladó de Judea a Galilea.
Palabra de Dios
TEXTO DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Podemos fijarnos, en cierto modo, en el horizonte sacramental de la Revelación y, en particular, en el signo eucarístico donde la unidad inseparable entre la realidad y su significado permite captar la profundidad del misterio. Cristo en la Eucaristía está verdaderamente presente y vivo, y actúa con su Espíritu, pero como acertadamente decía Santo Tomás, «lo que no comprendes y no ves, lo atestigua una fe viva, fuera de todo el orden de la naturaleza. Lo que aparece es un signo: esconde en el misterio realidades sublimes». A este respecto escribe el filósofo Pascal: «Como Jesucristo permaneció desconocido entre los hombres, del mismo modo su verdad permanece, entre las opiniones comunes, sin diferencia exterior. Así queda la Eucaristía entre el Pan común».
El conocimiento de fe, en definitiva, no anula el misterio; sólo lo hace más evidente y lo manifiesta como hecho esencial para la vida del hombre: Cristo el Señor, «en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y descubre la grandeza de su vocación», que es participar en el misterio de la vida trinitaria de Dios.
(Juan Pablo II, Fides et Ratio, cap.1, 16-19)
REFLEXIÓN PERSONAL
El evangelista nos dice que aquel funcionario real creyó en la palabra de Jesús y su hijo quedó sano. La vida de este hombre y tal vez la de toda su familia tomó una dirección nueva gracias a este acto de fe en Jesús. Y es que el Evangelio no es sólo una información que se puede saber, sino que es una comunicación que cambia la vida entera. ¿A nosotros el Evangelio nos transforma o nos deja iguales?, ¿Mi vida diaria refleja que creo en Jesucristo?, ¿Cómo es mi fe?.
ORACIÓN FINAL
Dios Padre bueno, haz que viva este día con ánimo alegre y desde la convicción de Tu existencia en todo cuanto me rodea. Haz que realice mi obra movido por el amor a ti y a los hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.