Hoy es 20 de marzo, martes de la quinta semana de Cuaresma. Volver a Jesús, acercarnos a Jesús, escuchar su Palabra. Solamente con Él y desde Él, dejarnos abrazar por el Misterio del Dios Trinidad que nos une a todos los hermanos en la Creación.
Jn 8, 21-30.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?». Él les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados».
Entonces le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo». No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él». Al hablar así, muchos creyeron en Él.
Palabra de Dios
TEXTO DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
No existe conflictividad entre Dios y el hombre, sino una relación de amor en la que el mundo y los frutos de la acción del hombre en el mundo son objeto de un don recíproco entre el Padre y los hijos, y de los hijos entre sí, en Cristo Jesús: en Él, y gracias a Él, el mundo y el hombre alcanzan su significado auténtico y originario. En una visión universal del amor de Dios que alcanza todo cuanto existe, Dios mismo se nos ha revelado en Cristo como Padre y dador de vida, y el hombre como aquel que, en Cristo, lo recibe todo de Dios como don, con humildad y libertad, y todo verdaderamente lo posee como suyo, cuando sabe y vive todas las cosas como venidas de Dios, por Dios creadas y a Dios destinadas. (Compendio de la DSI III: La persona humana en el designio de Amor de Dios, nº 46 – 49)
REFLEXIÓN PERSONAL
Que nuestra mirada a la Cruz, mirada sosegada y contemplativa, sea una pregunta al Crucificado, en que sin ruido de palabras le digamos: ¿Quién eres tú? Él nos contestará: “Yo soy la Resurrección y la Vida”. La Vida a la que nosotros tenemos que estar unidos, como pobres sarmientos, para poder dar fruto. Sólo Él tiene palabras de vida eterna. Si creemos en Él, viviremos, saboreando ya una vida en plenitud. Así, mirando a Jesús trataremos de hacer siempre lo que al Padre le agrada: Dar la vida por los hermanos.
ORACIÓN FINAL
Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la prueba. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame en seguida. (Sal 101)