Hoy es lunes 13 de marzo, décimo tercer día de cuaresma. Hoy Jesús nos vuelve a enseñar de la radicalidad de su mensaje, siempre en pro del hermano amado, siempre, sanador y liberador. Nos marca el camino, nos da las claves de un vivir lleno de Amor, cargado de humildad y perdón.
Lc 6, 36-38
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados. Dad y os darán: recibiréis una medida generosa, apretada, remecida y rebosante. La medida que uséis la usarán con vosotros.
Palabra de Dios
Le diré solamente que, para conservar la paz y la caridad entre los suyos, hay que acostumbrarles a que se pidan mutuamente perdón de rodillas siempre que se les haya ocurrido hacer o decir algo que altere en lo más mínimo esa caridad. Un día, una superiora de religiosas me decía que en su comunidad reinaba una gran unión; yo le pregunté a qué atribuía la causa de ello; me respondió que, después de Dios, se debía a la práctica que tenían las hermanas de pedirse mutuamente perdón por las palabras ásperas o contrarias al respeto que hubieran podido dirigirse […] esta práctica de humildad, si la introduce usted en su casa, será como un bálsamo precioso que suavizará las picaduras de la lengua y los resentimientos de los corazones.
La compasión, el perdón, la humildad, todos frutos del Amor, todos indispensables para vivir en plenitud, todos necesarios para con uno mismo y el prójimo. Vivir desde el perdón, la compasión, el no juicio, nos da la paz suficiente como para hacerlo llegar a los hermanos, siendo testigos del Amor de Dios. Si Dios no me juzga ni me condena, ¿por qué hacerlo yo conmigo mismo y mucho menos con los demás?. SV VII 213
ORACIÓN FINAL
Oración del perdón
Padre bueno y misericordioso digno de
alabanza y adoración; hoy te doy gracias
por tu amor tierno y compasivo porque
perdonas mis faltas y las apartas de tu vista
sin que ellas disminuyan tu amor por mí.
Gracias Padre, ayúdame para que
yo haga lo mismo con mis hermanos.