Hoy es Viernes 10 de Marzo, Viernes 1º De Cuaresma. En este día de carácter penitencial, muchos files andan más preocupados por la letra y el cumplimiento de la norma que por el espíritu de misericordia reconciliadora que hay tras ella; Jesús nos alerta ahora sobre la urgencia de reeducar nuestro sentido de concreción de la reconciliación para liberarnos de vacios y dañinos escrúpulos…
Mt 5, 20-26
Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de Dios. Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás; el homicida responderá ante el tribunal. Pues yo os digo que todo el que se deje llevar por la cólera contra su hermano responderá ante el tribunal. Quien llame a su hermano inútil responderá ante el Consejo. Quien lo llame loco incurrirá en la pena del horno de fuego. Si mientras llevas tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene queja de ti, deja la ofrenda delante del altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y después vuelve a llevar tu ofrenda. Con quien tienes pleito busca rápidamente un acuerdo, mientras vas de camino con él. Si no, te entregará al juez, el juez al alguacil y te meterán en la cárcel. Te aseguro que no saldrás hasta haber pagado el último céntimo.
Palabra de Dios
No hay personas más constantes y más firmes que los que son mansos y apacibles; por el contrario, los que se dejan llevar de la cólera y de las pasiones del apetito irascible, son ordinariamente muy inconstantes porque no obran más que por arranques o impulsos. Son como los torrentes, que sólo tienen fuerza e impetuosidad en las riadas, pero se secan apenas pasado el temporal, mientras que los ríos, que representan a las personas apacibles, caminan sin ruido, sin secarse jamás. S.V.P., XI 752
San Vicente defiende que lo primero que consiguen los pacíficos, es reprimir la cólera perturbadora del alma, porque la mansedumbre aclara a la razón para el correcto discernimiento que nos lleve a ser justos, viviendo la reconciliación que propone Jesús como signo del Reino, y llegando “no sólo a excusar las afrentas e injurias que recibimos, sino que incluso pide que tratemos mansamente a quienes nos maltratan, con palabras amigables”; incluso hasta, sin replicar, ofreciendo a Dios esa afrenta orando por quien la hizo, para quedarse en paz. Así convertimos la ira en Amor, pues si el Amor de Dios no fuese mayor que el mayor de los pecados, que posibilidad de perdón existiría.
Lo que Jesús anuncia supera con mucho las leyes humanas; es imposible limitar su manera divina de vivir el principio del Amor que salta cualquier medida: cuanto más amamos, más divinos somos.
En el amor se pueden poner mínimos, no máximos -a no ser el de la entrega de la propia vida. El “plus” del evangelio no tiene medida, aumenta a medida que nos sabemos amados, lanzándonos cada día a superar el récord del anterior.
Pensemos en lo diferente que somos, pero en todo lo bueno y rico que eso supone…
Vaciemos nuestra memoria de viejos resentimientos sin resquicios para animadversiones…
Y agradezcamos a Dios aquellas ocasiones en que nos hemos sentidos perdonados por Él….
ORACIÓN FINAL
Contigo mi vida, Señor, se vuelve una canción,
A tu lado mi tiempo se llena de fiesta,
Porque me sacas de toda mezquindad
Y me regalas un corazón sin memoria.
Gracias por invitarme a perdonar,
Por limpiar mi mente de recuerdos oscuros,
De rencillas que rompen relaciones
Y de pequeñeces que nos dividen y separan.
Quiero vivir perdonando siempre,
Disculpando todo fallo en el momento,
Aliviando al otro con mí gesto
Y reconciliado conmigo mismo también.
Ayúdame a vivir en tolerancia,
Aceptando con humor las diferencias,
Evitando descalificaciones y críticas
Para generar alrededor fraternidad.