Hoy es viernes 23 de febrero, décimo día de Cuaresma.
El Evangelio de hoy nos revela que, para acceder al reino de los cielos, Jesús nos insta a ir más allá de la justicia superficial de los escribas y fariseos. En contraposición a la visión tradicional de justicia centrada en dar a cada uno lo suyo, Jesús resalta la fraternidad como clave. Su llamado no se centra en bienes materiales, sino en devolver a cada individuo el derecho a la fraternidad, a sentirse hermanos y actuar en consecuencia. La justicia de Jesús se arraiga en la reconciliación, reconociendo que romper la fraternidad es una verdadera injusticia. Además de condenar acciones extremas, como causar daño físico, Jesús nos alerta sobre el peligro de herir con palabras o ceder ante la ira. Más allá de las ofrendas ceremoniales, enfatiza la primordial importancia de la reconciliación con el hermano. En el Reino, la fraternidad se erige como el valor supremo, y quebrantarla constituye la verdadera injusticia. Con humildad, Jesús nos guía hacia la comprensión de que la auténtica justicia radica en preservar y fortalecer los lazos fraternos.
Evangelio del día: Mt 5,20-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano «imbécil», será reo ante el Sanedrín; y el que le llame «renegado», será reo de la gehenna de fuego.
«Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».
¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
Enseñanzas de San Vicente de Paúl
La humildad es un producto auténtico de la caridad que, cuando llega la ocasión, nos hace que nos adelantemos a honrar y respetar al prójimo y, de esta forma, nos ganemos su afecto. ¿Quién no ama a una persona humilde? ¿Qué puede hacerse con una persona que se humilla, sino amarla? Un misionero que se arrodilla ante los señores obispos, ante los señores párrocos, como un valle que atrae el agua de las montañas, recibe fácilmente su bendición y su benevolencia. Y si entre nosotros practicamos ese mismo respeto, practicaremos también la humillación, ya que la humildad, por ser hija del amor, fomenta la unión y la caridad.
SVP IX, 562
Para la reflexión personal
Las enseñanzas de Jesús, que hoy encontramos en el evangelio, nos brindan una profunda advertencia sobre la necesidad de ir más allá de la justicia meramente externa de los escribas y fariseos para entrar en el Reino de los Cielos. Aunque ellos cumplían meticulosamente con los preceptos y normas, su rectitud carecía de la transformación interior del corazón.
El Señor ilustra esta enseñanza mediante ejemplos específicos de reconciliación fraterna y el manejo adecuado de la ira hacia el hermano o la autoridad. Nos exhorta a avanzar continuamente en el amor, abogando por la reconciliación antes de presentar nuestras ofrendas en el altar.
La «justicia mayor» del Reino implica este proceso de purificación interior, que requiere abandonar cualquier actitud violenta o palabra hiriente. Como hijos amados por Dios, somos llamados a construir la paz en cada entorno en el que vivimos.
En este sentido, es fundamental implorar al Señor la gracia de examinar la integridad de nuestra rectitud, buscando una pureza tanto interna como externa, alimentada siempre por la caridad. Fortalezcamos los lazos fraternos con gestos concretos de acercamiento y diálogo, contribuyendo así a la creación de caminos que fomenten la unidad y el entendimiento.
Que la humildad guíe nuestra búsqueda de justicia, reconociendo nuestra necesidad constante de conversión interior y buscando siempre la reconciliación y la paz en el amor fraterno.
Canción: Huracán (Hakuna Group Music)
Oración final
Resentimiento y rencor no dicen bien con nosotros, cristianos, por mucho que nos hayan herido. Somos “pueblo perdonado”, y, por lo tanto, tendríamos que ser, generosamente, “pueblo perdonador”. Que el Señor nos dé fuerza y entereza para ello. Por eso, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre.
Amén.