Oración décimo día de Cuaresma

Hoy es 11 de marzo, décimo día de Cuaresma. Hoy, mientras Europa reconoce de forma especial a las víctimas del terrorismo, la Palabra presenta mi necesidad del perdón de Dios y también del de mi hermano, de mi hermana. No hay engaño que escape al Amor de Dios, ni siquiera el autoengaño. Por eso, antes de elevar mi oración al cielo o de acercarme a hacer mi ofrenda, debo reconciliarme con quien me ofendió o a quien ofendí. Porque el amor perfecto me debe llevar a la reconciliación perfecta.

EVANGELIO DEL DÍA: Mt 5,20-26

«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
“Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: ‘No matarás’, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano ‘imbécil’ tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama ‘necio’, merece la condena de la ‘gehena’ del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo”»
.

¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!

TEXTO VICENCIANO:

«Para Misevi, la puesta en práctica de la teología vicenciana de la Misión debe incluir JUZGAR desde la Palabra de Dios, la Doctrina Social de la Iglesia, la Teología Vicenciana de la Misión, y desde este documento Vida en Misión que es el marco que ilumina donde debemos apoyar nuestra acción pastoral. Juzgar desde la sabiduría, que no es otra cosa que desde la experiencia, los aprendizajes, la vivencia, la empatía y el “corazón”».

Vida en Misión, n.24.

REFLEXIÓN PERSONAL:

A la luz de este evangelio, nos dice el Papa Francisco: «estamos llamados a reconciliarnos con nuestros hermanos antes de manifestar nuestra devoción al Señor en la oración». ¿Y cómo me reconciliaré?
Si produzco un daño a alguien, le puedo pedir perdón, debo pedir perdón; y regalarlo sinceramente cuando me lo pidan. Pero vivir en Misión me lleva a emitir juicios en otras dimensiones, porque hay injusticias y daños que están dándose a mi alrededor, cerca y lejos de donde vivo, que son producto de la sociedad y el mundo que habito, ante los cuales no puedo quedar al margen. Injusticias que me llevan a buscar también otras dimensiones de reconciliación.
Una misionera, un misionero, vive siempre en deuda; porque ha de formar parte de esa reconciliación universal, permanentemente inacabada, entre las personas y con Dios. Vive para anunciar, denunciar y sanar, porque busca que se manifiesten plenamente el Amor de Dios y su Reino aquí y ahora.

CANCIÓN: La canción del Perdón (Anita Moreno)

ORACIÓN FINAL:

Señor, qué diferente es mi justicia de tu Justicia. Dame ojos para ver según tus leyes, para hacer Vida en Misión allá donde me encuentre; ser instrumento de reconciliación en este mundo bajo la ley del Amor. Porque ¡cuánta injusticia hay repartida por el mundo!, ¡Cuánto daño, cuánto dolor produce! ¡Cuántos hermanos obligados a dejarlo todo de forma indiscriminada por el uso de la sin razón!
Antes de atreverme a «presentar mi ofrenda sobre el altar», que sepa yo reconciliarme en la Palabra y en la respuesta misionera con mis hermanos. Perdonando y pidiendo perdón en lo pequeño; viendo, juzgando y actuando como misionero, como misionera, día tras día.

Amén.

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