Hoy es 1 de marzo, lunes de la segunda semana de Cuaresma. La Palabra de hoy nos invita a comprender mejor el camino de la muerte hacia la resurrección. Hagamos caso de las insistentes llamadas de Jesús a la conversión. Señor, abre mi corazón a tu Palabra.
EVANGELIO DEL DÍA: Lc 6,36-38
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros”».
¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
TEXTO ENCÍCLICA:
«Comprendo que ante las personas migrantes algunos tengan dudas y sientan temores. Lo entiendo como parte del instinto natural de autodefensa. Pero también es verdad que una persona y un pueblo sólo son fecundos si saben integrar creativamente en su interior la apertura a los otros. Invito a ir más allá de esas reacciones primarias, porque “el problema es cuando esas dudas y esos miedos condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas. El miedo nos priva así del deseo y de la capacidad de encuentro con el otro”».
Fratelli Tutti, nº 41
REFLEXIÓN PERSONAL:
Quizás lo más difícil del amor es vivirlo con los que piensan diferente, los que nos insultan o nos persiguen, con los que hablan mal de nosotros a nuestras espaldas, con los que tratan de hacernos la vida imposible… nuestros «enemigos». Pero Jesús nos pide que seamos misericordiosos. Un corazón que no perdona es un corazón que no agrada a Dios. Reconciliémonos con nuestros hermanos, transformemos nuestro odio, nuestro miedo en amor y acogida para vivir en comunión con Cristo.
CANCIÓN:
ORACIÓN FINAL:
Padre bueno, discúlpame por las veces que me comporto como un hipócrita cuando juzgo a los demás. Te pido Señor, que me des la humildad, el amor y la sabiduría para no juzgar y sí ayudar, para que junto con mis hermanos podamos seguir adelante, sin prejuicio alguno, que seamos misericordiosos como tú lo eres y nos has enseñado, solo unidos como uno solo contigo. Amén.