Oración del trigésimo tercer día de Cuaresma

Hoy es 29 de marzo de 2020, Domingo V de CuaresmaDios está en todos los tiempos, en todos los lugares, en todas las personas. Jesús es su manifestación en nuestro tiempo, en nuestra vida, en nuestro corazón. Con su divinidad revestida de amistad y con nuestra humanidad revestida de dolor y compasión.
Hoy conoceremos tanto la sensibilidad como el poder sanador de Jesús, que nos invita a la Salvación haciendo prodigios, sobre todo en nuestros corazones.

EVANGELIO DEL DIA: Juan 11, 3-7.17.20-27.33b-45.

Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está enfermo.» Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba. Al cabo de ellos, dice a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.»

Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.

Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»

Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»

Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»

Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»

Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»

Se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?»

Le responden: «Señor, ven y lo verás.» Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.» Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?»

Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad la piedra.»

Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.»

Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»

Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.»

Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!» Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.»

Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él”.

¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!.

TEXTO VICENCIANO: “¿Tenemos un amigo mejor que Dios?” (S.V.P. XI, 739)

“El que quiera salvar su vida, hermanos míos, la perderá: es Jesucristo el que nos lo asegura, diciéndonos que no se puede hacer un acto más grande de amor que entregar la vida por el amigo.
¿Pues qué? ¿Tenemos un amigo mejor que Dios? ¿Y no hemos de amar todo lo que Él ama, y tener, por amor a Él, al prójimo como amigo? ¿No seríamos indignos de gozar del ser que Dios nos da, si nos negáramos a utilizarlo por un motivo tan digno?”

REFLEXIÓN PERSONAL:

Jesús se presenta en el mundo como algo más que un testigo del Padre; es Dios mismo, encarnado y presente entre nosotros. Experimenta la necesidad y los afectos del ser humano, pero también alberga su enorme poder y su preferencia por nosotros. Por Lázaro, pero también por quienes lo rodean; también por ti, y por mí.
Jesús hace lo que nadie esperaba porque ES lo que nunca nadie había sido ni nadie podrá ser. Sin renegar de su condición humana muestra la gloria del Padre, anticipa y hace efectiva la promesa de la resurrección; para Lázaro y para todos; también para ti y para mí. A eso ha venido.
En definitiva, ¿no te está invitando Jesús a sentir el dolor del otro, a ser amigo o amiga de sus amigos? ¿no te está dando otra oportunidad para que resucites tú mismo, tú misma? ¿no te hace ver los dones que el Padre te ha concedido para gloria suya y bien de tus semejantes? ¿No son los mejores signos de Salvación que podemos mostrar?

ORACIÓN FINAL:

Jesús, Señor mío: necesito la Salvación que me anuncias.
Hoy más que nunca el mundo necesita tu Salvación, necesita conocerte y saberse amado por TÍ.
Hoy la humanidad confinada necesita que le llegue TU AMOR SANADOR.
Que el Espíritu Santo me ilumine para que sepa poner mis dones y mi vocación al servicio de la Misión, al servicio de la Humanidad, para gloria de Dios Padre:
¡Amén!

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