Oración del trigésimo segundo día de Cuaresma

Hoy Es 28 Marzo 2020, Sábado IV De Cuaresma… En este tiempo grita el hombre desde lo más profundo de su ser al Señor, para que escuche su voz suplicante (Sal 129,1). Y Él viene siempre al auxilio, pues “Él es el que nos conforta en todas nuestras tribulaciones para que, gracias al consuelo que recibimos de Dios, podamos nosotros consolar a todos los que se encuentran atribulados” (2Cor 1,4).
Nuestro Dios es un Dios de amor (1Jn 5,16) que nos da su gracia como don totalmente gratuito, y que el hombre sólo tiene que acoger mediante la fe (Gal 2,7), sólo optando por ese “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1,38) que hace nacer en María una vida nueva llena de gozo y alegría; y a la vez de entrega y sacrificio a los pies de la cruz.

EVANGELIO DEL DIA: Lc 1,46-55. 

«María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre»».

¡Palabra del Señor!; ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!.

TEXTO VICENCIANO: (S.V.P. IX, 25).

«Hijas mías, sabed que cuando dejéis la oración y la santa misa por el servicio a los pobres, no perderéis nada, ya que servir a los pobres es ir a Dios, y tenéis que ver a Dios en sus personas. Tened, pues, mucho cuidado de todo lo que necesitan, y vigilad particularmente en ayudarles en todo lo que podáis hacer por su salvación: que no se mueran sin los sacramentos. No estáis solamente para su cuerpo, sino para ayudarles a salvarse. Sobre todo, exhortadles a hacer confesión general y soportad sus malos humores; animadles a sufrir por el amor de Dios; no os irritéis jamás contra ellos y no les digáis palabras duras; bastante tienen con sufrir su mal. Pensad que sois vosotras su ángel de la guarda visible, su padre y su madre, y no les contradigáis más que en lo que les es perjudicial, porque entonces sería una crueldad concederles lo que piden. Llorad por ellos; Dios os ha constituido, para que seáis su consuelo«

REFLEXIÓN PERSONAL:

En este tiempo cuaresmal y en medio de tanto ruido debemos saber buscar ese tiempo de silencio y de oración que ayuden a consolidar y fortalecer nuestra fe en el Señor, fuente de nueva vida. Solamente desde esa fe fortalecida surgirá el amor, ese amor fraterno que construye el Reino en donde encontraremos la paz y la justicia que anhelamos.
Al igual que María debemos saber decir nuestro “Sí”, nuestro “Fiat” y llevarlo a cabo desde ese carisma vicenciano que tiene una opción preferencial por el necesitado, por los últimos, por los desheredados; Vicente de Paúl invitaba a las Hermanas (SV IX, 25) -y nos sigue invitando en la actualidad a todos nosotros- a ser partícipes del plan salvífico de Dios y no sólo mediante el cumplimiento de la Ley (Rom 3,30-31) sino mediante las obras, mediante el Servicio al necesitado, rostro del Cristo crucificado que nos urge a la Caridad (2Cor 5,14), una Caridad entendida como ese amor de entrega incondicional al pobre, pues son nuestros amos y señores.
Por ello, sigamos las huellas de Jesús y seamos uno con Él y en Él viviendo y anunciando su Evangelio, haciendo realidad el mandato nuevo que nos dio: “Amaos los unos a los otros. Como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros. Por el amor que os tengáis los unos a los otros reconocerán todos que sois discípulos míos” (Jn 13:35)

ORACIÓN FINAL:

Oh, Dios, protector de los indefensos, mira compasivo a tu pueblo que sufre por el peligro de una pandemia global.
Que en esta Cuaresma nos acerquemos más a Dios, a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestro prójimo.
Ayúdanos, Señor, para que sepamos ir más despacio; ayúdanos a saber entrar en mi silencio, sólo contigo; si no voy más despacio no escucharé tu Evangelio, no tendré tiempo para vivirlo.
Que encuentre el espacio necesario para el retiro, la oración, la tranquilidad, la paz, que encuentre tiempo para aprender a vivir una Vida Nueva en Ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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