Oración segundo día de Cuaresma

Hoy es 15 de febrero de 2018. En este segundo día de cuaresma, Jesús nos invita a unir nuestra cruz a la de Cristo y nos recuerda la certeza de su victoria. Escuchemos.

Lc 9, 22-25

Y añadió: -Este Hombre tiene que padecer mucho, ser rechazado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, tiene que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Y a todos les decía: -Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame. Quien quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí la salvará. ¿Qué le aprovecha al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se malogra él?

Palabra de Dios

TEXTO DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

41 La vida personal y social, así como el actuar humano en el mundo están siempre acechados por el pecado, pero Jesucristo «padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además, abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido». El discípulo de Cristo se adhiere, en la fe y mediante los sacramentos, al misterio pascual de Jesús, de modo que su hombre viejo, con sus malas inclinaciones, está crucificado con Cristo. En cuanto nueva criatura, es capaz mediante la gracia de «caminar en una vida nueva» (Romanos 6,4). Es un caminar que «vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a ese misterio pascual».

REFLEXIÓN PERSONAL

En este pasaje NOS presentas los padecimientos que sabías iban a venir en los días de tu pasión. El dolor y el sufrimiento son elementos que quisiste tomar cuando te hiciste hombre por mí. ¿Qué hombre hay que no sufra? ¿Qué ser humano se encuentra libre de toda preocupación, dolor, traición, engaño, enfermedad o miseria? Ninguno. Tú, quisiste por ello dar sentido y valor a esta dimensión que llevo conmigo.

Permíteme, Señor, contemplar tu dolor y tu sufrimiento, permíteme contemplar tu amor porque en Ti encuentro el modelo a mi actuar. Desde que aceptaste esta realidad humana no hay hombre que no se pueda sentir identificado contigo. Tú, Jesús, padeciste la traición de los amigos, el abandono de los cercanos, la injuria, la difamación, la ira, la violencia, la debilidad, el cansancio, la sed, la desnudez, para con ello pagar mi entrada en el cielo y demostrarme que Tú, mi Dios, me conoces, me comprendes, me entiendes, me amas.

 

 

ORACIÓN FINAL
Escucha Dios mío, las quejas de tus hijos:
Oye el clamor de mis hermanos que sufren;
El de los que están parados y aburridos,
El de los que sufren el SIDA y no se curan,
El de las que usadas, no han sido nunca amadas,
El de los explotados y, siempre, mal pagados,
El de los enfermos, cansados y deprimidos,
El de los que no tienen comida, porque otros nos hartamos,
El de los desencantados, porque no les ilusionamos,
El de los tristes y solos, que no acompañamos,
El de los criticones y mordaces, llenos de amarguras,
El de los estresados en busca de poder,
El de los que no tienen tiempo para disfrutar de los suyos,
El de los desesperados porque se rompió su pareja,
El de los que no encuentran su equilibrio sexual,
El de los que hablan de tus cosas aburriendo,
El de los que quieren evolucionar y no les dejan,
…Y el de tantos que, buscándote o no, te necesitan.

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