Oración trigésimo séptimo día de Cuaresma

Hoy es jueves 6 de abril de dos mil diecisiete, nos encontramos cada vez más cercanos a recordar quien es Jesús, como Dios se manifiesta en él y a qué somos llamados. No seamos como los judíos de la época y sepamos reconocer la verdad de su Palabra.

Jn 8, 51-59

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: – «En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre». Los judíos le dijeron: – «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: «Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre»? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?». Jesús contestó:

– «Si yo me glorificara a mi mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: «Es nuestro Dios», aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: «No lo conozco» sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría». Los judíos le dijeron: – «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?» Jesús les dijo: – «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy». Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Palabra de Dios

Pero, padre, ¿es que los demás métodos no son tan buenos como éste? Vemos a muchos predicadores, muy doctos y excelentes, que no saben lo que es este método y no por ello dejan de producir grandes frutos y de predicar muy bien. Sí; todos los métodos pueden ser buenos y santos; no pretendo aquí condenar ninguno de ellos, ¡Dios me guarde! Por lo demás, Dios se sirve de quien quiere y de quien bien le parece para procurar su gloria: Potens est de lapidibus istis suscitare filios Abrahae; puede hacer de estas piedras hijos de Abraham. Dios es omnipotente y, si así lo desea, puede servirse de la dureza de esta piedra para ablandar los corazones más duros y llevarlos a una santa conversión y penitencia. Pero, oh Salvador, a pesar de todo, ¿cuántos vemos que se convierten con todos esos métodos? Nosotros tenemos la experiencia del nuestro; padres, todos vosotros la tenéis; pero de los del tiempo, de los de moda tenéis la experiencia contraria: no hacen más que resbalar por encima, rasgar superficialmente, sin tocar más que la superficie. Un poco de ruido, ¡y allí acaba todo! Todos los días se tienen grandes predicaciones en esta ciudad, muchos advientos, muchas cuaresmas; encontradme un hombre, de esos mismos que llevan escuchando esas predicaciones desde hace treinta o cuarenta años, que se haya hecho mejor. ¡Oh Salvador! Trabajo os costaría encontrar uno solo, uno solo que se haya convertido después de oír todas esas predicaciones; ¿y qué es esto en comparación de los frutos que vemos que produce el pequeño método? Eso es lo que me convence de que, puesto que ninguno produce tales frutos, no hay ninguno que sea tan bueno, ninguno que le sea preferible, al menos entre nosotros, que sólo buscamos la salvación de las almas. SV XI 181-182

Jesús se revela a su pueblo como hijo de Dios, como Dios mismo, y encuentra mucha resistencia en la aceptación, ya que lo acusaban de mentiroso. Hoy 2017 años después, y con la certeza de los hechos acontecidos, ¿ puedo afirmar en mi vida que Jesús es Dios, puedo afirmar que es mi Dios? ¿O al igual que ocurrió en su tiempo, sigo tirando piedras a Jesús y a su palabra?


ORACIÓN FINAL

(Oración de Misevi)

Dios Padre de Bondad,
Tú que nos llamas por nuestro nombre,
ayúdanos a ser fieles a la vocación recibida.
Queremos ser sal y luz del mundo,
sirviendo siempre entre los más pobres,
con Amor efectivo y afectivo.
Necesitamos de tu Hijo Jesucristo
para anunciar tu Palabra
en la realidad a la que hemos sido enviados.
Queremos ser Testigos del Reino
viviendo las Bienaventuranzas
Envíanos el Espíritu Santo,
para que como Iglesia
vivamos la Comunión y la Unidad.
Los laicos misioneros
queremos acoger el don de la comunidad
y renovarnos a la luz de tu Evangelio.
Que María, Reina de la Misiones,
nos acompañe y vele por la continuidad
en la entrega a la tarea encomendada
por Jesucristo Nuestro Señor.
AMEN

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