Oración trigésimo sexto día de Cuaresma

Hoy es miércoles, 5 de abril de dos mil diecisiete, el Evangelio de Juan contiene un largo discurso de Jesús con Nicodemo, fariseo y persona importante entre los judíos.

El texto de hoy muestra cómo, ante él, el maestro de la ley que le escucha lleno de asombro e incapaz de comprender, Jesús revela aspectos fundamentales de su identidad: es “el Hijo del hombre” que “ha bajado del cielo” y que para entrar en el Reino es necesario nacer de nuevo, nacer del Espíritu; y de su misión.

Jn 8, 31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: – «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.» Le replicaron: – «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: «Seréis libres»?». Jesús les contestó: – «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».

Ellos replicaron: – «Nuestro padre es Abrahán». Jesús les dijo: – «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre». Le replicaron: – «Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios». Jesús les contestó: – «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Palabra de Dios

¡Oh Salvador! ¡Qué reglas! ¿Y de donde vienen? ¿Había pensado yo en ellas? Ni mucho menos; jamás pensé en nuestras reglas, ni en la compañía, ni siquiera en la palabra Misión. Nunca pensé en ello. Dios es el que lo ha hecho todo. Los hombres no hemos tenido parte alguna. Por lo que a mí se refiere, cuando pienso en la forma con que Dios quiso dar origen a la compañía en su Iglesia, os confieso que no sé qué parte he tenido en ello, y que me parece que es un sueño todo lo que veo. ¡Todo esto no es humano, sino de Dios! ¿Llamaréis humano a lo que el entendimiento del hombre no ha previsto nunca, a lo que su voluntad no ha deseado ni buscado en lo más mínimo? El pobre padre Portail nunca había pensado en esto; yo tampoco; todo se hizo en contra de mis esperanzas y sin que yo me preocupase de nada. Cuando pienso en esto y veo todas las tareas que ha emprendido la compañía, realmente me parece un sueño, me parece que estoy soñando, no os lo sabría decir. Me pasa como al pobre profeta Habacuc, al que tomó un ángel por los pelos y se lo llevó muy lejos para que consolara a Daniel, que estaba en el foso con los leones; luego el ángel volvió a traerlo al lugar de donde lo había tomado, y él, al verse en el mismo sitio de donde había salido, pensaba que todo había sido un sueño y una ilusión. SV XI 326

Hoy una vez más se nos invita a permanecer en el amor del Señor, permanecer en su Palabra, que es la que nos alienta y nos conforta. Permanecer en su verdad, que muchas veces nos remueve y nos cuestiona, dándonos su aliento de vida. Hoy Jesús nos hace una clara invitación a vivir desde la libertad, dejar de ser esclavos de tantas cosas y vivir en su absoluto amor, libres en su Amor.


ORACIÓN FINAL

Señor tu sabes que te amo.
Tú sabes mi señor que te quiero, a pesar de mi culpa, de mi zozobra y negación.
A pesar de mi carne rezagada. De la pobreza de mi corazón.
Tú sabes que te quiero señor. Mis labios te lo gritan con toda la fuerza de mi voz.
Hazme libre en la verdad. Tu luz, tu amor y tu palabra son el camino de mi libertad.
Tú eres la ruta de mi vuelo, solamente deseo conocerte más. Hazme libre señor.
Te seguiré a ti mi señor. Tu caso me ha tocado el corazón.
Cada día, la aurora, despierta mis sentidos hacia ti.
Tú eres mi fiesta, para ti señor es mi música mejor.
Oh Dios de mi alegría, dondequiera que vayas te seguiré, señor, amén y amén…

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